Los pueblos intraterrestres constituyen una de las teorías de la conspiración más extendidas sobre formas de vida alternativas en el planeta. Serían civilizaciones que habitan en el interior de la Tierra. Para algunos, eran muy avanzados, mientras que en opinión de otros defensores de la teoría serían diversificados, variando según el grado evolutivo de cada grupo. Los que declaran la creencia en estas sociedades arguyen que hay muchas cavernas y túneles conectados en diferentes lugares bajo la superficie terrestre y que algunos de estos pasadizos subterráneos podrían transformarse en cobijo para seres con cuerpos y vibraciones adecuados a la supervivencia en estas condiciones ambientales.
La ciencia todavía sabe muy poco sobre la corteza terrestre, pues apenas el 0,5% de ella ha sido perforada hasta nuestros días. Este también es un dato importante para los seguidores de este pensamiento. Gran parte de los estudiosos considera imposible la existencia de cuevas y cavidades bajo el suelo, pues si ni tan siquiera el agua permite la navegación de submarinos a 3000 o 4000 metros sobre el mar, con la tierra con una densidad mucho mayor es inviable. Las altas temperaturas vigentes en las profundidades del planeta también son obstáculos, según científicos, para la existencia de vida intraterrestre.
Estas conclusiones de la ciencia no previenen la propagación de las creencias y leyendas sobre este fascinante tema. Algunas hipótesis son desarrolladas por ufólogos, otras por espiritualistas. En el Estado de Mato Grosso, Brasil, Percival Harrison Fawcett , militar y topólogo británico, desapareció en extrañas circunstancias en 1925. Su caso sirvió para alimentar creencias acerca de una misteriosa ciudad perdida en la selva inexplorada de Brasil. Desde entonces, la Sierra del Roncador, lugar de supuestos rastros intraterrestres, ha seducido a místicos de todos los cantos del planeta.
En la Sierra del Roncador, llena de cuevas y cavernas que albergan a personajes históricos preciosos, el coronel Fawcett habría desaparecido de forma enigmática mientras exploraba restos de la Atlántida, antigua civilización supuestamente sumergida en el océano después de una erupción volcánica. Ese evento desencadenó diversas historias, llevando a muchos a creer en la existencia de ciudades sobre esta región, las cuales serían habitadas por atlantes e incas, supervivientes de la destrucción de sus pueblos.
En el centro de la montaña hay un lago conocido como el portal. Sus aguas son cristalinas y sorprendentemente no albergan un solo ser vivo en su interior. Según algunos relatos, este estanque sería una entrada secreta para llegar a la Atlántida. Otra puerta probable sería una piedra de cristal enorme, completamente esférica y transparente, de unos diez metros de diámetro. Las personas que viven allí serían muy elevadas espiritualmente y tecnológicamente avanzadas, desarrollándose en torno a un sol interior.
Ya tradiciones espirituales defienden que seres mágicos avanzados vivirían debajo de la Tierra y estarían preparándose para ayudar a los habitantes de la superficie cuando el planeta, en su transición espiritual, entre temporalmente en colapso. En el rincón subterráneo también residirían seres más inferiores, alimentados de sangre derramada por los hombres en sus actos de destrucción.
