Incluso hoy en día es común que muchas personas naturalicen problemas sociales, económicos y políticos el desarrollo del continente africano. A menudo, vemos a críticas que determinan erróneamente problemas de África como resultado de las acciones de un pueblo acostumbrado a la utilización de la violencia y la interrupción de sus instituciones. Sin embargo, debemos señalar que muchos problemas tienen una influencia directa de la experiencia colonial a la altura de la mitad del siglo XX.
Durante la colonización de África, observamos que las grandes naciones europeas imponen formas de organización política que cambiaron radicalmente la forma de vida de las personas. Las antiguas tradiciones y experiencias históricas construidas con el tiempo fueron ignoradas de forma arbitraria y sustituida por «modelos civilizados» comprometidos con la explotación de las riquezas de los pueblos. En muchos casos, las fronteras étnicas y culturales se tuvieron en cuenta en la organización de estos espacios. Con motivo de la separación racial surgiría el apartheid.
Pretendiendo reflejar su superioridad sobre el proceso colonial, muchas potencias europeas no se limitaron a establecer el dominio completo de las etnias africanas. En muchos casos, el control de la administración colonial fue compartido con la ayuda de algunos grupos que se consideraron superiores en la región. Por lo tanto, la acción decidida del desarrollo colonial determinaba nuevas rivalidades entre los pueblos africanos que habitaban la misma región colonizada.
En la II Guerra Mundial después de la segunda, el proceso de descolonización fue influenciado por el hecho de que importantes países coloniales lucharon en defensa de las naciones sometidas al totalitarismo. Por lo tanto, el fin de la colonización se convirtió en una especie de orientación de la política coherente para defender los ideales de la libertad y la soberanía de los pueblos. Sin embargo, podemos ver que en algunas regiones, especialmente de colonización francesa, la descolonización fue marcada por el conflicto.
En muchas situaciones, vemos que la oferta de la libertad y la autonomía no fue suficiente para los antiguos territorios colonizados. La norma desarrollada a lo largo de los siglos, condujo a la intensificación de las rivalidades étnicas, políticas y religiosas. Al mismo tiempo, la explotación económica limitó radicalmente la creación de alternativas capaces de superar el atraso y la dependencia. Por lo tanto, las marcas de la colonización no se resolverían pronto.
Observando estas características y los dilemas que marcan el proceso de descolonización de África, estamos seguros de que la responsabilidad de las grandes potencias es mucho más amplia que la oferta de la independencia voluntaria. Más que el simple pago de una deuda, la ayuda de las grandes potencias es necesaria para que este continente, severamente estigmatizado en el pasado, goce de la oportunidad de ofrecer un futuro para sí mismo rodeado de una mínima esperanza.