El comercio electrónico incluye todo tipo de transacción mercantil que implica a la transferencia de información a través de internet. El comercio electrónico ofrecido al consumidor puede ser B2C – Business to Consumer o C2C – Consumer to Consumer. El B2C es aquel que se produce entre empresa y consumidor; y el C2C es lo que sucede entre los consumidores. Es el conjunto de la comunicación electrónica y digital aplicada a los negocios de ventas mediante el pago electrónico.
El mercado virtual en todo el mundo ha crecido cada año, generando sectores específicos y exclusivos lanzamientos de productos y servicios. El B2C puede ser ejemplificado por los portales de venta al consumidor, como el portal de ventas de Amazon.
El C2C puede ser ejemplificado por los intercambios comerciales que se producen en el portal del libre mercado, donde los individuos anuncian, venden y compran varios productos. Uno de los ejemplos de C2C es eBay, sirviendo como intermediario entre consumidores y vendedores.
El comercio virtual comenzó a ser fuerte y frecuente en la década de 1990, en los Estados Unidos, a través de la oferta de obras y discos musicales.
La venta de electrónica para el consumidor se rige por políticas públicas y normas técnicas destinadas a los aspectos jurídicos de los sectores y sus bienes y la estandarización de acceso virtual y datos de comunicación.
La creciente informatización de las más diversas actividades transforma la tecnología de la información – o IT, en la jerga profesional – en una zona cada vez más relevante económicamente. La expansión condujo a la especialización y, actualmente, es posible encontrar varias áreas de IT dedicadas a tareas específicas – y que demandan profesionales con conocimientos igualmente profundos.
Los fundamentos del B2C se basan en seguridad, encriptación, divisas y pagos electrónicos. Además se implica en la investigación, desarrollo, marketing, publicidad, negociación, ventas y soporte.
Es un segmento que cuida todas las informaciones electrónicas almacenadas por una empresa. En el caso de instituciones financieras, por ejemplo, esos datos incluyen nombres de clientes y valores de transacciones monetarias efectuadas por grandes corporaciones.
La creación de una tienda online tiene que ser considerada por las empresas no sólo como una actualización, seguimiento de las nuevas tendencias, sino también como un área de negocios alternativos aprovechando sus ventajas en comparación con los métodos tradicionales.
Quien empieza una tienda en línea debe tomar en cuenta los aspectos básicos, pero decisivos para el éxito del negocio, incluyendo:
- La definición clara del producto o servicio y su disponibilidad inmediata o en un plazo definido online, normalmente dirigido a un nicho bien definido.
- Aspectos de logística de atención de la empresa, muy importante en determinado tipo de mercancías.
- Los métodos de pago disponibles y los posibles problemas de seguridad que puedan aparecer.
- Una estrategia digital de webmarketing que permitan conducir tráfico de calidad hacia la tienda.