La expansión marítima y comercial, que tuvo lugar desde el siglo XV, fue parte del proceso histórico en el que la burguesía europea trató de ampliar sus ganancias mediante la creación de rutas comerciales nuevas y rentables. En este contexto, Portugal y España se basaron en las condiciones históricas que favorecieron el espíritu pionero de ambas naciones en el proceso.
Durante el siglo XV, Portugal emprendió la conquista de áreas a lo largo de la costa africana. Los españoles habían terminado la formación del estado nacional, en 1492. Ese mismo año, la corona española inició su expansión marítima apostando en el proyecto circunnavegador del navegante genovés Cristóbal Colón (1451-1506). Pensando que había llegado a las Indias, el navegante italiano descubrió el continente americano.
El anuncio de la existencia del nuevo continente introdujo a los españoles en disputa nuevas áreas de explotación colonial. Temiendo una abrupta ascensión marítimo-comercial española, Portugal amenazó entrar en conflicto con los españoles en caso de que sus posesiones fueran violadas. Evitando la deflagración de una guerra, España solicitó al Papa Alejandro VI arbitrar acerca de la cuestión territorial.
El 4 de mayo de 1493, la Bula menor Inter caetera estableció un acuerdo que estipula las regiones de operación de cada una de las naciones ibéricas. Según el documento, una línea imaginaria a 100 leguas (660 kilómetros) de la isla de Azores divide el mundo, determinando que todas las tierras de oeste de esa línea serían en posesión de España y al este serían fijados los territorios portugueses. De esta manera, la disputa parecía resuelta.
Sin embargo, por razones no muy claras, el rey Don Juan II exigió la revisión de la solución diplomática. Algunos historiadores mencionan la posibilidad que la Corona Portuguesa sabía de la existencia de tierras en la parte sur del nuevo continente. De esta manera, las autoridades portuguesas amenazaron nuevamente a España si no fuera aceptada la solicitud de revisión. Una vez más, el Papa fue convocado para mediar nuevas negociaciones.
El 7 de julio de 1494, el Tratado de Tordesillas definió los límites del antiguo pacto. Según el nuevo acuerdo, todas las tierras descubiertas hasta el límite de 370 leguas (2500 kilómetros) al oeste de Cabo Verde serían de dominio portugués, siendo las restantes en posesión española. Con ese nuevo acuerdo, Portugal aseguró su autoridad sobre parte de los territorios de Brasil, que tuvo su descubrimiento anunciado siete años más tarde.
Al contrario de lo pretendido, el nuevo tratado no dio fin a las disputas por el continente americano. En el siglo XVI, las naciones como Inglaterra, Francia y Holanda comenzaron a emprender su proceso de expansión marítima. Insatisfechas con la decisión papal, tales naciones se valieron del contrabando, invasiones y saqueos en repudio al monopolio portugués y español.