Analfabetos del siglo XXI: las personas olvidan demasiado rápido

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El escritor estadounidense Alvin Toffler cita en uno de sus textos más difundidos que ‘los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no saben leer ni escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y volver a aprender’.

De acuerdo con el investigador Hermann Ebbinghaus, en su investigación sobre la memoria en el siglo XIX, descubrió que la gente se olvida de más de la mitad de lo que aprenden en 24 horas y se encontró que aún después de una semana, nos olvidamos del 75% de su totalidad y, después de un mes, del 98%. Según ese antiguo estudio, apenas un 2% sobrevive a los estragos del tiempo. Así,  estamos aprendiendo formas de conocimiento especializadas susceptibles a ser olvidadas.

Para prevenir que cualquier asunto muera en el olvido, lo mejor que podemos intentar hacer es leer. Por lo tanto, durante la lectura o el estudio debemos tomar en cuenta las palabras desconocidas y buscar su significado, lo ideal es documentar lo que se ha leído, para no perder el significado completo de la lectura.

El niño pregunta: ‘¿Por qué tengo que estudiar álgebra? Los padres responden: ‘Porque será bueno para tu futuro’. Eso presupone que los padres conocen el futuro y los niños aceptan cualquier respuesta. Los niños necesitan ver una razón para aprender lo que aprenden.

Podríamos llevar a un grupo de profesores, ciudadanos y alumnos a una práctica de álgebra. Congestiones, focos de contaminación y otros problemas que necesiten del álgebra para resolver el problema. Entonces, a la pregunta ‘¿Por qué tengo que estudiar álgebra?’, podemos decir, ‘Vamos a resolver este problema’. Es un aprendizaje activo, al contrario que resolver un tema abstracto.

Vivimos en constante aprendizaje, nunca se deja de aprender, todo lo que sabemos y eso ocurre porque un día aprendimos. Pero, ¿han dejado las personas de estar interesadas en aprender? Aprender es colocar en práctica y no solamente saber y no hacer.

‘La educación es aquello que permanece cuando uno ha olvidado todo lo aprendido en el colegio’, Albert Einstein.

Educación industrial

En 1800, en los Estados Unidos, la mayoría de niños eran hijos de campesinos. Cuando el Estado propuso un sistema de educación público, los padres de los pobres renegaron: ‘No podemos dejar a nuestros hijos ir a la escuela, necesitamos que trabajen o moriremos de hambre’. La comunidad de negocios dijo al respecto: ‘Queremos un sistema que cree una disciplina industrial’, es decir, queremos que llegues en el horario y hacer el mismo trabajo, una y otra vez, como en las líneas de montaje de la industria. Lo que sucedió fue que proyectamos escuelas como fábricas. Todavía hoy parecen fábricas que fabrican alumnos genéricos.

Nuestras escuelas están proyectadas en crear una fuerza de trabajo para la economía de la era industrial. No es el mismo sistema económico que tenemos en la actualidad, ni siquiera quienes mejor están especializados en una área económica importante logran ocupar ese puesto. Por tanto, todo lo que aprendemos está obsoleto.

Esa tarea es muy difícil y dolorosa de realizar. En todo el mundo, hay personas trabajando en escuelas, profesores y otros profesionales que podrían perder sus empleos. No porque los profesores sean malos sino porque el sistema donde se trabaja es un desastre.

En la sociedad agraria, la persona más sabia era la más vieja y la vida poco cambiaba. Asimismo, en la sociedad industrial observamos que no siempre la persona más vieja consigue acompañar a los cambios.

Los padres mandan, y deben mandar, pero los jóvenes disponen de conocimientos que los padres desconocen, porque su época es distinta y el mundo en el que se insertan ha cambiado.

Los jóvenes deberían aprender sobre la publicidad y cómo percibir la realidad frente a ella. Todo esto porque la sociedad moderna está articulada con publicidad. Igualmente, los estudiantes deberían aprender sobre dinero, deben conocer lo que es la vida diaria y para qué necesitan ocupar un cargo competitivo con el sistema creado. Eso no lo aprenderán en un sistema educativo tradicional. Hay muchas cosas que deberían conocer. Y cada niño es diferente, no debe ser tratado como un producto en una línea de montaje.

‘No podemos reformar nuestros sistemas educativos, debemos sustituirlos’, Bill Gates.

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