La primera vez sucede en el momento más inesperado. Es generalmente en un momento en que no se está preparado. Al acceder a un foro de discusiones favorito o a una comunidad de una red social, surge un individuo con ideas polémicas, que parece no importarle con quien habla, insistiendo siempre en las mismas opiniones con independencia del resto de argumentos presentados.
Al final, lo que se ve es la discusión inicial perdiendo consistencia en base a su propósito original y desviado hasta un lugar de sinsentido, convertido de un festival de insultos y expresiones de lenguaje profano. En eso, quien causó toda la disputa se retira discretamente y busca nuevos lugares donde sembrar discordia o personas a las que remover su tranquilidad. Son grandes conversaciones y situaciones estropeadas deliberadamente.
Esta figura responsable de crear el caos, desestabilizar discusiones y enfurecer a implicados se conoce como un troll, un espécimen que se reproduce con mayor rapidez que un Gremlim en una piscina de verano. El troll ya domina la mayoría de espacios de la World Wide Web.
Desde la mitología hasta la pantalla de tu ordenador
En la tradición escandinava, los trolls son descritos como criaturas gigantes con aspecto deforme y cubiertas de pelo, con sus bosques como morada típica donde es raro el tránsito de humano. Aunque representan una amenaza real debido a su fuerza y la brutalidad, la mayoría de los encuentros con estas criaturas pueden ser resueltos de forma segura, simplemente tomando ventaja de la inteligencia limitada que poseen.
Algunos pueden argumentar que la figura moderna del troll online no difiere en demasía de los cuentos de hadas en que son indicadas su apariencia. Mientras las criaturas mitológicas normalmente viven aisladas de cualquier interacción e ignoran cualquier habilidad social, los trolls modernos en general son personas sin amigos que viven en cuartos oscuros con latas de refresco llenas de orina y cuyo único placer es llamar la atención provocando a otros bajo un pseudónimo. Algunos lugares que pueden ser foco de interés para el troll son Yahoo Answers o incluso World of Warcraft.
Aunque este argumento no es del todo malo, hay concepciones variadas de lo que es un verdadero troll – incluso algunos llegan a defender de que se trata de un verdadero arte perdido. Al final, políticos, vende-enciclopedias y asistentes de telemarketing terminan convertidos en trolls de la vida real.
Hábitat y modo de actividad
Para entender la forma en que un troll piensa y evitar ser víctima de sus acciones, es importante tener en cuenta cuáles son los objetivos que tiene cuando comienza a actuar. Un troll no realiza sus provocaciones con el único propósito de ser desagradable – pero siempre consigue esta reacción– sino para provocar una reacción en su objetivo.
El arte del troll (término utilizado por aquellos que hacen las intrigas un hobby o incluso una profesión remunerada) consiste en la plantación de manera eficiente una pequeña semilla que en poco tiempo, que germina y se extiende sus raíces por todos los cantos. Es más o menos como llegar a una gasolinera, rociar gasolina por el suelo, tirar una cerilla y apartarse para apreciar el espectáculo, con fuegos artificiales incluido.
El blanco preferido de los trolls son ambientes que reúnen a personas con intereses comunes y, por lo general, con la convicción de defender el punto de vista particular. No es de extrañar que las comunidades afectadas sean precisamente las que tienen que ver con temas sensibles como la religión, la política y el deporte. Siempre hay alguien dispuesto a soltar el cebo para atraer un hervidero de trolls ávidos de carne humana.
Lo que hace que gran parte de los ataques tengan tanto éxito es el hecho de que el troll nunca cree realmente en sus argumentos, mientras se preocupa de utilizar justificativas convincentes para permanecer inamovible en una opinión. Situación similar ocurre en la vida real, al final, ¿Quién no ha llegado a desistir de una discusión porque simplemente la otra persona no aceptaría ningún otro argumento aparte del suyo?
La razón por la que muchos trolls dan a sus ataques es que Internet no es un medio tan serio como mucha gente cree. Quien gasta su energía defendiendo de manera apasionada un argumento debería despertarse y percibir que no vale la pena el esfuerzo.
A pesar de que foros de discusión y redes sociales son sus ambientes preferidos de trabajo, es fácil hallar trolls esparcidos por cada rincón de Internet. Lo que fue una pequeña broma que podría haber sido fácilmente ignorada u olvidada se convierte en un tema viral, escandalizado y magnificado debido a las acciones de las personas que, entendiendo que es una información falsa, deciden aprovecharse de la inocencia de los demás.
Corran hacia las colinas
Ahora que sabes un poco acerca de los trolls, sus objetivos y métodos de operación, puede que se pregunte: Si están en todas partes y no les importa defender su punto de vista incluso incoherente, ¿cómo se puede evitar ser víctima de sus ataques?
Aunque aislarse de toda civilización y refugiarse en las colinas sea una solución eficiente, no son todas las personas que pueden vivir en esas condiciones distantes de las comodidades de la vida digital, televisión y agua caliente.
La regla principal para evitar ser víctima de un ataque de troll es seguir el principio de que no hay espectadores, nadie se siente motivado para continuar con sus intrigas. Entre los miembros de foros ya se conoce la famosa frase ‘Don’t feed the troll’ (No alimentar al troll). Cualquier semejanza con los avisos de zoológicos que prohíben la alimentación de animales salvajes no es mera coincidencia.
Debido a que estas criaturas se mantienen vivas a base de la intriga, la rabia y el nerviosismo ajeno, basta privarlas de eso para que luego mueran de hambre y se muden a otros lugares en busca de víctimas susceptibles de sus ataques. Para ello, la mejor táctica es simplemente ignorar mensajes que claramente tienen como único objetivo desestabilizar y huir del objetivo original.
Por lo tanto, el método más eficaz de no dar de comer a estos animales es prevenir y sospechar de aquellas personas que, de entrada, muestran posiciones extremas, cargadas de odio y sin molestarse en argumentos coherentes. Ante la falta de atención a sus comentarios, el troll suele darse por vencido y retirarse a su cueva oscura por un tiempo para reponer energías y poder efectuar un nuevo ataque.
Existen, por supuesto, especies más persistentes que no van a desistir después de uno o dos bandazos y continuará insistiendo en intentar desvirtuar aquello que se proponga, incluso después de ser ignorado. Y ahí es donde entra el sentido común y la participación de moderadores y administradores, capaces de conciliar el buen orden y estabilidad en foros y redes sociales. Un equipo con experiencia tiene facilidades para detectar fácilmente temas de ‘attention-whore’ que están sufriendo la acción de un troll y castigar a los usuarios que no abandonen en sus ofensas.