El pecado es un término usado para describir cualquier tipo de desobediencia a Dios. El pecado puede ser clasificado como excusable, que no necesita ser admitido si hay arrepentimiento, y el pecado mortal, que requiere la confesión, el arrepentimiento y en muchas ocasiones la penitencia (desde el punto de vista católico) para que el alma sea purificada.
Los pecados capitales son los que más se practican en los vicios de la conducta de los hombres. A partir de la percepción de los pecados más practicados, el papa Gregorio Magno decidió enumerarlos y reunirlos en el siglo VI. Fueron definitivamente incorporados y firmados en el siglo XIII por el teólogo Santo Tomás de Aquino.
Se reconocen siete pecados capitales en total. Estos son enumerados en el siguiente escrito:
- Avaricia: es el pago excesivo y descontrolado por los bienes materiales y por el dinero dando prioridad a lo terrenal y dejando a Dios en un plano secundario. Es considerado el pecado más común entre los mortales.
- Gula: es la búsqueda constante e incontrolable de alimentos y bebidas. Algunos también lo consideran como el afán obsesivo del consumo, por la tenencia y compra de bienes.
- Envidia: es el deseo ajeno, el excesivo anhelo de posesiones, condición social, habilidades, conocimientos y todo lo que un tercero pueda conseguir. La envidia hace caso omiso de todo lo que se tiene para codiciar todo lo que otros tienen.
- Ira: Son los sentimientos intensos y sin control, las emociones negativas como el odio o el resentimiento que pueden generar sentimientos de venganza. Es una sensación de conflictos mentales y emocionales.
- Lujuria: es el apego y el deseo incontrolado de los placeres carnales, también conocido como lascivia. Se trata de la entrega sin control de sexo por placer.
- Pereza: Es la aversión al trabajo, la falta de imaginación, la lentitud, la pereza, el descuido y la falta de motivación. Se simplifica en una negación absoluta al trabajo.
- Soberbia: Es la misma arrogancia que se caracteriza por la falta de humildad, de la autosuficiencia y el orgullo al afirmar el sentido de sí mismo en oposición a Dios.
Desde la óptica religiosa, los pecados capitales se practican de forma rutinaria y con frecuencia sin previo aviso a los pecadores. Prácticamente todos cometemos varios pecados que son derivados de los pecados capitales en alguna ocasión.
