En 1899, el inglés Houston Stewart Chamberlain, un antropólogo conocido como el antropólogo del Kaiser, publicó en Alemania el libro Die Grundlagen des neunzehnten Jahrhunderts (en castellano: Los fundamentos del siglo XIX). Este trabajo llevó el mito de la raza aria de nuevo y se identificó con el pueblo alemán.
Alfred Rosenberg, también creó obras que apoyaron la idea de superioridad racial. Estos conceptos fueron aprovechados por el programa político del nazismo encaminado a la unificación de los alemanes con la identificación de determinados rasgos raciales del puebo de los lores. Dado que la raza alemana era definida por luna serie de rasgos faciales, se crearon entonces las razas enemigas, lo que parece como un sentimiento de hostilidad y odio contra las personas y los materiales extranjeros. Por lo tanto, los nazis se valieron de la xenofobia asociada al racismo atribuyendo a los individuos y frutos sociales actos de discriminación para empujar al pueblo alemán contra aquello que era diferente. La esclavitud de los pueblos de Europa Oriental y la persecución de los judíos fueron las pruebas solicitadas por los nazis de la superioridad de la raza aria sobre otros grupos raciales y diferentes.
El trabajo de los genetistas, antropólogos, sociólogos y otros científicos de todo el mundo derrumbaron todas las teorías y cualquier posibilidad de superioridad racional. Estos estudios culminaron con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Aunque hay esfuerzos en contra de la práctica del racismo, este sigue siendo común en muchas personas de la era moderna.
Una demostración vergonzosa para los seres humanos sobre el racismo se produjo en el siglo XX, a partir de 1948 en Sudáfrica cuando el apartheid mantuvo a la población africana bajo la dominación de un pueblo de origen europeo. Este régimen político racista terminó cuando por presión de otras naciones fueron convocadas las primeras elecciones para un gobierno multirracial de transición, en abril de 1994.