La vitamina C (ácido ascórbico) es una vitamina soluble en agua, inestable y fácilmente oxidable, cuyos vínculos pueden ser rotos por el oxígeno, bases alcalinas y temperaturas elevadas.
En su estado natural, la vitamina C se encuentra en la forma de cristal o en polvo, con una tonalidad que va del blanco al amarillo.
Los seres humanos son incapaces de sintetizar la vitamina C y por eso debe obtenerla a través de la ingestión exógena, sobre todo a través de la alimentación.
La vitamina C se encuentra principalmente en los cítricos como la naranja, el limón, la cereza, los frutos rojos (fresa, mora, frambuesa, mora, arándano) y las verduras de hojas verde oscuro.
Funciones de la vitamina C
- Juega un papel clave en el mantenimiento del tejido conectivo normal;
- Participa en la producción de colágeno y es importante en la cicatrización de heridas, fracturas y control de la hemorragia gingival;
- Participa en la maduración de los linfocitos;
- Ayuda a mantener la integridad de los vasos sanguíneos;
- Facilita la absorción de hierro en el intestino;
- Debido a su capacidad de dar y recibir electrones, la vitamina C tiene un potente poder antioxidante que protege las células del daño causado por los radicales libres, ayudando así a prevenir
- algunos tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares;
- Esencial en la formación de norepinefrina;
- Participa en el crecimiento y la remodelación ósea.
Hipovitaminosis
La deficiencia de vitamina C (hipovitaminosis) causa escorbuto, una enfermedad donde las encías quedan dolorosas y esponjosas, los dientes quedan sueltos, los vasos sanguíneos se vuelven frágiles, hay edemas en las articulaciones y la persona queda con anemia.
Estos síntomas se deben a la hidroxilación deficiente de colágeno, dando como resultado un tejido conectivo defectuoso.
Hipervitaminosis
Al ser soluble en agua, el exceso de vitamina C (hipervitaminosis) se elimina por la orina, por lo que no hay efectos secundarios asociados con hipervitaminosis.