En el siglo XVIII, el descubrimiento de oro en Brasil apareció como una alternativa rentable que podía salvar la situación financiera de la corona portuguesa. Los gastos hechos con el proceso de restauración de la monarquía nacional (que marcó el final de la Unión ibérica), la pérdida de posesiones coloniales alrededor de Asia y las fluctuaciones en el precio del azúcar en el mercado europeo constituyeron una serie de problemas del Estado lusitano en aquel momento.
Sin embargo, la extracción de toneladas y toneladas de oro en el territorio brasileño no pudo alcanzar una acumulación de capital que pudiera organizar otra vez la economía metropolitana. De hecho, la mayoría de los metales y piedras preciosas extraídos de Brasil sirvió para pagar una cantidad exorbitante de la deuda que el gobierno portugués contrajo con las grandes potencias económicas europeas, principalmente Inglaterra.
De hecho, la dependencia económica de Portugal en relación a los ingleses marca un período histórico de la economía europea. Mientras que los lusitanos perdieron el antiguo puesto de país rico y desarrollado entre los siglos XVI y XVII, Inglaterra alcanzó las condiciones autosuficientes para convertirse en la mayor potencia económica del mundo entre los siglos XVIII y XIX. Para entender esas diferentes situaciones, podemos tomar como un ejemplo histórico interesante el Tratado de Methuen.
En 1703, el acuerdo comercial firmado entre británicos y portugueses establecía la compra de tejidos británicos por Portugal, mientras que Inglaterra se comprometió a adquirir la producción de vino de los lusitanos. Con eso, las especulaciones sobre la compra de la garantía sobre el vino de Portugal amplió enormemente la cantidad de tierra cultivable para la plantación de uva. En consecuencia, la demanda de economía lusitana de productos importados aumenta considerablemente.
Como ha señalado por varios investigadores interesados en el tema, la Corona Portuguesa era capaz de montar un enorme imperio mercantil, pero no buscó maneras eficientes y sistemáticas para optimizar su economía interna. Las expresivas cantidades obtenidas con actividad colonial fueron revertidas en forma de gastos que, en la práctica, sólo mantuvieron el alto nivel de vida de los nobles y los miembros de la familia real portuguesa.
La firma del Tratado de Methuen no puede considerarse como la única fuente de todo mal que afectó a la economía de Portugal. Sin embargo, señala bien las diferentes condiciones políticas y económicas de cada una de las naciones involucradas en la situación. Con el tiempo, los portugueses empeoraron la dependencia económica y el oro encontrado en tierras brasileñas sirvió para cubrir el enorme déficit que dominaba las finanzas de Portugal.