Thomas Hobbes fue un pensador británico que inició su carrera académica en algunas escuelas de Westport, estudios posteriores siguientes de la Universidad de Oxford. Inicialmente trabajó como responsable de la educación de William Cavendish, hijo de una familia inglesa tradicional. Durante este período, tuvo la oportunidad de ponerse en contacto con las obras clásicas, principalmente, en las temporadas en que estuvo en Francia y en Italia.
Después del viaje, se dio cuenta de que las teorías aristotélicas perdieron espacio para los principios difundidos recientemente por científicos como Galileo Galilei y Johannes Kepler. Así dedicó algún tiempo revisando las obras de grandes figuras de la cultura greco-romana. Fue desde allí que Thomas Hobbes publicó, en 1629, una traducción de Historia de la guerra del Peloponeso, del autor ateniense Tucídides, originalmente del 431 a.C. Poco después de esta primera publicación, volvió a realizar viajes con otro estudiante de la familia Cavendish.
En esta nueva etapa de su viaje, Hobbes se encontró con tres prominentes científicos de su época: Galileo, Descartes y Marin Mersenne. Al entrar en contacto con las contribuciones de cada uno de estos ilustres, la emoción y entusiasmo de Hobbes sobre el racionalismo alcanzó nuevas alturas. Inspirado por los teoremas y principios desarrollados por las ciencias naturales, el pensador británico comenzó a ver la razón como una manera segura de entender el mundo.
Tomando como referencia algunos importantes descubrimientos de la física, comenzó la elaboración de su obra versada acerca del racionalismo. Poco después se dedicó a una colección dividida en tres partes: De Corpore que fue la observación de fenómenos físicos a la luz de los conceptos del movimiento; De Homine, una obra que refleja los deseos y el proceso de aprehensión humana; y De cive, una aproximación de las instituciones que organizan la sociedad.
Siendo un contemporáneo de las guerras civiles que tuvieron lugar durante la revolución inglesa, Hobbes tuvo mayor interés en la reflexión política. En el año 1650, publicó el libro Elementos de la ley natural dividido en la secciones Naturaleza Humana y El Cuerpo Pólitico. Al año siguiente, Thomas Hobbes escribió Leviatán, que sería la más grande de sus contribuciones intelectuales. Es con este libro que queda consolidada la perspectiva contractualista de la teoría política de Hobbes.
Según sus teorías, los hombres tendrían natural necesidad a abandonar su estado de naturaleza. Tal estado sería una especie de orden caótico donde el hombre se convierte en un lobo para sí mismo, es decir, donde la necesidad de supervivencia sería prevalente a cualquier tipo de ordenación superior. Para Hobbes, sería imposible definir cuándo los hombres abandonaron el estado de la naturaleza, pues ese estado fue experimentado en épocas bastante remotas.
Con el abandono del estado de naturaleza, los hombres pasarían a percibirse como seres sociales y, por lo tanto, tendrían que definir las reglas de convivencia. Es desde entonces que aparece la idea del contrato social. Para Hobbes, el contrato tendría su origen en la voluntad de los hombres en renunciar a algunos de sus voluntades a favor de la legitimación de una autoridad real responsable de buscar orden y seguridad nacional.
De esta manera, Hobbes entiende el Estado como un mal necesario para que la estabilidad entre los hombres fuese alcanzada. El poder de libre elección o libre albedrío sería entregado al Estado que, en nombre de un bien común, haría uso de sus diversas instituciones y herramientas administrativas para apoyar el orden. Es a través de la enormidad de los instrumentos de control que el autor llama al Estado como un Leviatán, un monstruo marino conocido de la narrativa bíblica.
Después de la agitación política con la restauración monárquica, Thomas Hobbes regresó a su país de origen, en 1660, tras haber tenido su trabajo mal visto por algunas autoridades de la época. En el año 1666, Thomas Hobbes volvió a ser molestado por las autoridades británicas cuando sospecharon que Leviatán tendría inspiración atea. Al final de su vida, se dedicó a traducir otras obras clásicas como la Ilíada y la Odisea, ambos del poeta griego Homero.