El romanticismo fue marcado por dos importantes acontecimientos históricos que impactaron y motivaron su creación: la Revolución Francesa y la Revolución Industrial. Después del surgimiento de ambas revoluciones, la vida social se dividió en la burguesía industrial y el proletariado (nueva clase obrera).
La burguesía llegó al poder fomentada por el capitalismo, mientras que los imperios y la aristocracia feudal se volvieron dependientes de ellos para evitar darse una situación peligrosa. Esta época se marcó como el fin del absolutismo en Europa, provocada por los dos movimientos revolucionarios, ya mencionados, y el comienzo de la industrialización, que se extendió por toda Europa rápidamente.
El ideal de la Revolución Francesa de libertad, igualdad y fraternidad llegó a América Latina y fue un hito para un período de independencia en las colonias de España y Portugal. Así pues, tenemos la independencia de Paraguay, Argentina, Venezuela, Chile, Ecuador, Perú, México, Brasil, Centroamérica, Bolivia y Uruguay poniendo fin a las expansiones territoriales de Europa.
En la literatura, la fase romántica provoca una ruptura con lo clásico, impuesto por la literatura de Arcadia, y presenta nuevos conceptos, entre los que podemos señalar: la observación de las condiciones del estado de ánimo, las emociones, la libertad, los sentimientos apasionados, la apreciación de los indios y la manifestación del poder de Dios a través de la naturaleza acogedora para el hombre. Sus temas eran muy diversos pero, por lo general, abordaban el amor, el deseo, el egocentrismo y el subjetivismo.