Con el aumento de población, había pocas oportunidades de trabajo y conquistas que pudiesen posibilitar a algunos obtener poder, fama y riqueza.
Así, muchos jóvenes se dedicaron al saqueo y comenzaron a incomodar a las autoridades, de manera que enviarlos a las Cruzadas posibilitaba disminuir los problemas resultantes de un crecimiento demográfico que no venía acompañado de un crecimiento de oportunidades. El incipiente de la religiosidad impulsó la participación de muchos habitantes en las Cruzadas.