Quien predica en desierto, pierde el sermon, y quien lava la cabeza al asno, pierde el jabon.
Recomienda abstenerse de ejecutar todo aquello que, por desinteres de los demas o por inutil en si mismo, este condenado de antemano.
Quien predica en desierto, pierde el sermon, y quien lava la cabeza al asno, pierde el jabon.
Recomienda abstenerse de ejecutar todo aquello que, por desinteres de los demas o por inutil en si mismo, este condenado de antemano.