El conocimiento histórico queda documentado a través de la acción del historiador, que no es ajeno al tiempo y contexto sociocultural en que se encuentra. El trabajo del historiador es interpretar los hechos históricos o las experiencias humanas a partir de la ayuda de los registros y rastros dejados por un pueblo en un determinado lugar y tiempo.
En la historia, hay momentos de corta, media y larga duración. Un acontecimiento efímero es uno que viene inmediatamente al conocimiento de las personas, por ejemplo, un partido de fútbol, el lanzamiento o promoción de una nueva obra, una huelga, la inauguración de una obra pública.
Un evento de duración media no es generalmente percibido inmediatamente, pero es posible ser reconocido por los contemporáneos, es decir, por personas que vivían en la misma época. Por ejemplo, hoy en día es común escuchar hablar de la moda de los años 80, la crisis en el Medio Oriente o de otros eventos que han sucedido a personas de generaciones actuales.
Ya un evento a largo plazo sólo se revela a través del estudio histórico, por qué no puede ser percibido por los contemporáneos. Por ejemplo: eventos en la antigua Grecia o en el antiguo Egipto.
De ahí la importancia de estudiar historia: a través de la investigación e interpretación de acontecimientos históricos somos capaces de comprender las experiencias de personas que vivieron antes de nuestro tiempo y espacio histórico.
¿Quién registra la historia?
Estudiar las experiencias humanas vividas a lo largo del tiempo es parte del trabajo del historiador.
El trabajo del historiador es muy estimulante porque trata de temas y cuestiones relacionadas con los acontecimientos que, en su mayor parte, ocurrieron en un pasado distante y su función es interpretar acontecimientos históricos.
Sin los acontecimientos, el historiador no puede producir conocimiento; sin el historiador, los acontecimientos no tendrían vida ni un acercamiento verosímil acerca de sus interpretaciones.
Decimos que los acontecimientos históricos son los eventos, opiniones, pensamientos y movimientos sociales que producen efectos y generaron cambios, importantes o no, en algún momento en el pasado, en la vida de un grupo o un pueblo.
Podemos entender los acontecimientos como productos sociales fabricados por seres humanos que soñaron, pensaron y actuaron. Cabe al historiador analizar esos productos sociales y construir su interpretación del momento histórico que están analizando.
Sin embargo, es imposible que un historiador sea capaz de evaluar, discutir, comprender y explicar todos los acontecimientos, sentimientos y pensamientos que contribuyeron a que ese evento determinado sucediera.
Así pues, el historiador elige según el propósito de su investigación, aspectos que va a estudiar, las fuentes que analizará, los asuntos que pretende discutir, las situaciones que juzga más importantes.
Como un detective, el historiador analiza un evento basado en fuentes históricas, acepta o rechaza interpretaciones ya existentes, recoge pruebas y alcanza una conclusión de los hechos.
Las técnicas modernas, cartas, entrevistas, preguntas, datos de catalogación, entre otros dan seguridad para llevar a cabo científicamente el trabajo del historiador. Los métodos son directrices seguidas por él en las etapas de su pesquisa de su investigación.
Cabe recordar que ningún acontecimiento histórico tiene total pureza u objetividad aislante. El registro de eventos refleja, de una manera u otra, opinión, pensamiento y hasta los intereses de aquel que hizo anotaciones sobre lo visto, vivido o escuchado.
Para entender y explicar los hechos, el historiador estará siempre interpretándolos o reinterpretándolos, tomando como punto de partida su forma de ver la sociedad y la propia historia. Cuando, por ejemplo, leemos un trabajo histórico, es como que oír la voz del historiador que la escribió.
