Una vez iniciadas las vacaciones, muchas familias comienzan a planear de qué forma podrán consumir los días de descanso que marcan ese periodo. En muchos casos, el paseo a la playa es uno de los lugares más solicitados. Prueba de ello es que países como España cuentan con una extensa costa litoral que, todos los años, es ocupada por una gran cantidad de turistas de extranjeros, especialmente europeos. Sin embargo, debemos engañarnos si pensamos que esa búsqueda del placer vacacional en el mar ha existido desde siempre.
El uso de la playa como espacio recreativo se inició en la segunda mitad del siglo XVIII. En ese momento, un conocido médico inglés llamado John Floyer desarrolló una investigación sobre las propiedades terapéuticas del agua. En su estudio, publicado bajo el título de ‘Historia del baño frío’ acabó llegando a la conclusión de que el agua salada tenía una extensa capacidad de revertir enfermedades, entre las cuales se encuentra la parálisis. Así, los baños marítimos fueron primordialmente adoptados como tratamientos de salud.
La obra, escrita en el comienzo del siglo XVIII, terminó por no tener un gran impacto entre la población europea en ese momento. Medio siglo más tarde, en el año 1749, el británico Richard Frewin, colega profesional, reforzó las teorías curativas del baño de mar al realizar la descripción de una cura obtenida por ese tipo de tratamiento experimental. De ahí en adelante el baño en el mar terminó siendo usado como terapia para una serie de enfermedades físicas y mentales.
En el siglo XIX, los baños de mar atrajeron a un gran número de enfermos y otras nuevas publicaciones en ese mismo campo complementaron el saber médico respecto a los efectos del agua del mar.
Ese tipo de terapia fue utilizada por monarcas para el tratamiento de infecciones. En esa época, como las costumbres de la Familia Real eran seguidas como moda, diversas casas de baño fueron abiertas en diferentes lugares del mundo hasta ser extendidas para el resto de población, no como una forma de tratamiento sino también como un modelo de divertimento social.