En astronomía, el heliocentrismo es la teoría de que el Sol se encuentra en una interpretación estricta y estacionaria en el centro del Universo; o en términos generales, que se encuentra aproximadamente en el centro del sistema solar, en el caso del heliocentrismo renacentista. La palabra heliocentrismo procede del griego (Helios = Sol; kentron = centro).
En este modelo, el Sol está en el centro, y a su alrededor orbitan por orden de distancia relativamente a él, Mercurio, Venus, la Tierra, la Luna, Marte, Júpiter, Saturno y las estrellas fijas.
Actualmente se sabe que el Sol sólo puede ser considerado como el centro del sistema solar, ni siquiera estar cerca del centro de nuestra galaxia. Por tanto, el Sol no se puede considerar el centro del Universo como fue erróneamente señalado por la teoría heliocéntrica, siendo únicamente centro del sistema solar.
Históricamente, el heliocentrismo se oponía al geocentrismo, que colocaba la Tierra en el centro del Universo. A pesar de las discusiones de la posibilidad del heliocentrismo datar de la antigüedad clásica, solamente 1.800 años más tarde, en el siglo XVi, el tema ganó notoriedad explícita al suscitar y establecer el divorcio entre el pensamiento dogmático religioso y el pensamiento científico; a él y al juicio de Galileo frente a la Santa Inquisición remontando los orígenes de la ciencia en acepción moderna. En aquella época, el matemático y astrónomo Nicolás Copérnico fue el primero en presentar un coherente y completo modelo matemático predictivo de un sistema heliocéntrico. Aún impreciso y confuso, sin embargo, el modelo de Copérnico fue más tarde reestructurado, expandido y mejorado por Johannes Kepler. La explicación física causal para el modelo de Kepler fue proveída por Isaac Newton a través de la ley de la atracción universal, siendo el modelo entonces establecido de gran valía hasta la actualidad.
Por presiones de la Santa Inquisición, Galileo defendió el heliocentrismo – con la Tierra en el centro del sistema solar – y alegó que la teoría no era contraria a los pasajes de la Sagrada Escritura. Él asumió la posición de Agustín sobre la Biblia: no tomar todos los pasajes literalmente cuando la escritura en cuestión es un libro de poesía y músicas, no un libro de instrucciones o historia. Los autores de la Biblia escribían de la perspectiva del mundo terrestre, y de este punto de vista el Sol nace y se pone. De hecho, es la rotación de la Tierra que da la impresión que el Sol está moviéndose por el cielo.
La idea que la visión heliocéntrica tampoco era verdadera de una forma más estricta fue alcanzada en pasos, llegando a ser consolidada en la época de Galileo. El Sol pasó a ser considerado una estrella más, entre muchas otras. En el siglo XX, incluso antes del descubrimiento de que había muchas galaxias, este asunto ya no era discutido.
Incluso si la discusión se limita al sistema solar, el Sol no está en el centro geométrico de la órbita de cualquier planeta, pero el foco de la órbita elíptica (modelo de Kepler). Por otra parte, teniendo en cuenta que la masa de un planeta no se puede despreciar en comparación con la masa solar, el centro de gravedad del sistema solar está ligeramente desplazado del centro del Sol.
Así, el modelo heliocéntrico sostiene que:
- El Sol está en el centro del Universo.
- La Tierra gira sobre sí misma y alrededor del Sol.
- Todos los demás objetos celestes giran alrededor del Sol.
Uso moderno de estos modelos
En los cálculos modernos, el origen y la orientación de un sistema de coordenadas deben ser seleccionados por razones prácticas, y en estos sistemas el origen de en masa, masa solar o centro de masa del sistema solar son frecuentemente seleccionadas. Estas selecciones de coordenadas derivan de modelos que poseen ciertamente implicaciones no solamente prácticas como también filosóficas y físicas.