El mercantilismo implica un conjunto de teorías y prácticas económicas desarrolladas durante la Edad Moderna. En este contexto histórico, se observó una asociación significativa entre los estados nacionales, que buscaron la manera de fortalecer su poder político y la clase burguesa, responsable del desarrollo de actividades de naturaleza comercial. Esta experiencia a largo plazo fue de gran importancia para la acumulación primitiva de capital.
Esta fase de acumulación de capital (dinero, maquinaria, bienes de consumo y construcción) sería de suma importancia para que el sistema del capitalismo fuese instituido de manera progresiva. La reunión de estos recursos es posible gracias a importantes cambios experimentados en la Edad Media. Entre otros factores podemos señalar la flexibilización de las obligaciones feudales, la propiedad de los medios de producción artesanal, la expansión del trabajo asalariado y la formación de un mercado global entre regiones.
El proceso de evolución en la economía fue el responsable de la disputa comercial entre las naciones que se formaron durante este período. La competencia por los mercados creó una situación de intensa rivalidad con cada uno de los estados nacionales que buscaron la incesante expansión de sus beneficios y el fortalecimiento de su economía. En este sentido, el superávit comercial estipulaba que una economía nacional fuerte dependería de un volumen de exportaciones superior al de las importaciones.
Sin embargo, mantener un alto nivel de exportaciones requería un tipo de economía dinámica que actuase en diferentes campos de la producción manufacturera. Sin cumplir este tipo de característica, una economía nacional quedaría sumisa a los productos de otra nación creando una necesidad económica en sus relaciones, una dependencia con otros países. Otro argumento esgrimido por la teoría mercantilista requería que el país fuese capaz de acumular una gran cantidad de metales preciosos. Por lo tanto, los gobiernos mercantilistas buscaron acumular metales preciosos y evitar la pérdida de las piezas de su economía.
En tal entorno económico competitivo, el Estado mercantilista había impuesto fuertes impuestos de importación, lo que aumentaba el ingreso de productos importados en su economía. Otra práctica común era el establecimiento de monopolios comerciales, que se centraron en la entrada de sus productos en una región colonizada o en países que tenían una gran demanda de un producto en particular. En general, la economía mercantilista concibió la creación de un Estado intervencionista que pudiera satisfacer las demandas de su propia economía.
La posibilidad de intervención del Estado en la economía fue un tema delicado dentro de las monarquías nacionales europeas. A menudo, las acciones del gobierno se reunieron con las costumbres, una vez establecidas o requeridas para romper los privilegios de ciertos grupos sociales y económicos. Siendo una experiencia a largo plazo, el mercantilismo desencadenó la oportunidad idónea para una economía capitalista integrada de manera internacional.