Entre los siglos XIV y XVI, los cambios políticos y económicos que se habían extendido por toda Europa fueron acompañados por un nuevo movimiento de diversidad cultural y científico. El Renacimiento fue encargado de romper el dominio eclesiástico para establecer los valores que expresaron su preocupación por los asuntos considerados terrenales. Por lo tanto, varios pensadores, académicos y artistas dirigieron su atención a las cuestiones de la naturaleza humana y el ser humano se convirtió en el propio objeto de estudio.
Leonardo Da Vinci fue aclamado como uno de los máximos exponentes de esta nueva tendencia. Dotado de una curiosidad voraz, este italiano se sirve en varios campos del conocimiento y el arte. En algunos de sus manuscritos contemplaba información sobre la música, la filosofía, la botánica, la escultura, la pintura, la planificación y la ingeniería. Da Vinci terminó siendo uno de los primeros en teorizar sobre una solución a los problemas de la visión.
Alrededor de 1508, él imaginó la construcción de una lente, colocada en la superficie del globo ocular con el propósito de corregir problemas de visión. En el siglo XVII el filósofo, físico y matemático René Descartes fue el autor francés de una idea similar. Sin embargo, a pesar de los precursores más importantes, las lentes de contacto populares sólo fueron desarrolladas desde el siglo XIX, a través del fabricante de piezas ópticas F. E. Muller y el médico suizo Adolf Eugen Fick.
Los primeros prototipos no tuvieron mucho éxito debido a las limitaciones tecnológicas de la época. Las primeras lentes de contacto fueron creadas a través del uso de vidrio y, debido a la rigidez del material, terminó perjudicando a los ojos de sus usuarios. En 1929, el oftalmólogo neoyorkino William Feinbloom había desarrollado una nueva lente a través de un material compuesto por mezcla de vidrio y plástico.
A pesar del avance en el tipo de material utilizado, estos objetivos seguían siendo muy rígidos y tenía un tamaño suficiente que causó malestar a los usuarios. Desde entonces, la mejora del material y el tamaño de la lente permitiría la popularización de los modelos comerciales. Una de las lentes más famosas de esta época fue creado por el óptico Kevin Tuhoy, en 1948.
Fue sólo en la década de los años 70 cuando la empresa Bausch & Lomb diseñó unas lentes de contacto mucho más cómodas y manejables. A medida que el proceso de mantenimiento y limpieza de lentes de contacto se convirtió en una molestia para los demás usuarios, muchos científicos comenzaron a desarrollar un modelo que fuera desechable. De este modo, el usuario podría utilizar lentes de contacto sólo cuando fuera importante para participar en una ceremonia o tomar una foto.
Incluso dando por supuesto algunas de las prácticas, las lentes de contacto no podían tomar el lugar de gafas de sol, especialmente para las personas que sufrían de miopía y astigmatismo.
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