La revolución mexicana fue un movimiento armado mayor que comenzó en 1910 con un levantamiento liderado por Francisco I Madero contra el autócrata veterano general Porfirio Díaz. Fue la primera de las grandes revoluciones del siglo XX.
Esta revolución se caracterizó por una variedad de líderes de orientación socialistas, liberal, anarquista, populista y por el movimiento agrario.
Causas
La élite agraria predominaba totalmente en México, siempre determinando quién sería el máximo gobernante. En 1876 el poder es asumido por Porfirio Díaz, quien gobernó de forma dictatorial. Aunque hubo un pequeño desarrollo industrial durante el período en que se encontraba en el país, la élite agraria se mantuvo en el poder, porque la base económica continuó siendo la exportación de productos agrícolas y minerales.
Porfirio Díaz gobernó México durante más de treinta años. Seguía siendo un aspecto de la democracia, porque las elecciones fueron celebradas periódicamente, pero ellos fueron manipulados para que él siempre resultara reelegido. En 1910, en las elecciones, Díaz fue electo otra vez, pero su oponente, Francisco Madero lograba rebelarse a la población y asumió el control, con la promesa de llevar a cabo la reforma agraria esperada.
Esa promesa, sin embargo, no fue cumplida, agravando la ya mala condición de vida de los campesinos. Entonces conducidos por Emilio Zapata y Pancho Villa, comenzaron la lucha contra Madero, para sacarlo del poder. Posteriormente, también derrocaron a su sucesor, el general Huerta.
En primer lugar, Zapata y Villa, propusieron la expropiación de los latifundios (incluidos los pertenecientes a la iglesia) para posterior reparto entre los campesinos; el reconocimiento de los derechos indígenas sobre las tierras que les habían sido tomadas y la nacionalización de las tierras de aquellos que fuesen considerados enemigos de la revolución.
En las elecciones de 1914, el terrateniente Carranza, respaldado por Estados Unidos, fue elegido presidente. Su principal promesa fue la redacción de una nueva Constitución, que, de hecho, fue aprobada en 1917.
La nueva Constitución de México, aparentemente liberal, se caracterizó por dar al Estado el derecho a expropiar terrenos, si fuese a usarlos para beneficio público, al tiempo que reconoce los derechos de los indios sobre las tierras de uso común. En el ámbito de las relaciones laborales, se creó el salario mínimo y se determinó que la duración de la jornada laboral sería de ocho horas. La iglesia católica fue sacudida notablemente en su poder con la separación entre Iglesia y Estado.
Para asegurarse de que Carranza tuviera éxito en su gobierno, Estados Unidos vino a invadir el territorio mexicano en un intento de arresto de Pancho Villa.
La muerte de Zapata, asesinado en 1919 y Pancho Villa, quien murió en 1923, fue un duro golpe para los campesinos. El gobierno de Estados Unidos orquestó nuevas reformas a aplicar rápidamente para evitar más problemas. La iglesia católica, a su vez, ejerció presión sobre el gobierno, porque quería recuperar lo que había perdido. Todo esto condujo al proceso revolucionario prácticamente a su fin.
En 1929 se creó el partido revolucionario nacional (PRN), el resultado de la unificación de diversas corrientes revolucionarias, y que serían la base del Partido Revolucionario Institucional (PRI), creado en 1946. Este cambio produjo el abandono de los principios revolucionarios de 1910.
A pesar de la importante reforma agraria implementada por la revolución, con el tiempo los campesinos perdieron muchas tierras que habían conquistado. Las dificultades en el logro de una producción a gran escala y a bajo costos, deudas del banco, competencia de los productos agrícolas estadounidenses y una mayor mecanización de las propiedades más modernas eventualmente descarrilaría la pequeña propiedad.
La lucha de los campesinos mexicanos sobre la tierra se extiende hasta la actualidad, como sucede, de hecho, en otros países de América Latina. En México en la última década del siglo XX, esta lucha fue reanudada más intensamente con la creación del Ejército Zapatista de liberación nacional, en la provincia de Chiapas. El nombre de este movimiento es un homenaje a Emiliano Zapata, uno de los líderes de la revolución de 1910.