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La obesidad infanto-juvenil

Obesidad infantil

Hablar de la obesidad es, ante todo, dejar claro que la persona obesa no es culpada. La obesidad, en cuanto a la etiología, se divide en simple o secundaria. Simple cuando resulta del exceso de la ingestión de alimentos y secundaria cuando está asociada a problemas genéticos o metabólicos.

En este artículo examinaremos la obesidad simple asociada a una mala nutrición. La obesidad es el exceso de grasa corporal en el cuerpo y este exceso surge cuando la ingesta energética es mayor que la energía gastada. Así, la obesidad es una enfermedad del comportamiento alimentario y propicia la aparición o desarrollo de otras enfermedades. En la infancia, la obesidad resulta del modo a que los adultos alimentan y educan en términos alimentarios a los niños y son varios los factores que facilitan su ocurrencia. Ellos son:

  • Hiperalimentación: generalmente es a través de la alimentación que se responde al llanto del bebé y, como muchas veces, él se calla; el hábito se instala en la madre (si llora es porque tiene hambre) y en el niño (en la incomodidad se come). Este tipo de hábito tiene la tendencia para repetirse a lo largo de la vida.
  • Lactancia artificial: hay tentación de juntar la mayor cantidad de polvo y hacer más leche de la necesaria, ofreciendo al bebé la ingesta completa.
  • Mimar es dar lo que no sirve: con el intento de agradar, distraer o sosegar, los adultos corrompen y consienten a los niños ofreciéndoles alimentos que son malos y causan hábitos (golosinas, chocolates, bollería…).
  • Apelo mediático: los medios de comunicación son también cómplices de promover la obesidad entre niños. Productos en embalajes atractivos, con regalos llamativos, promociones, nuevos sabores, agradan a los niños siéndoles difícil resistirse. Hay todo un trabajo que debe hacerse entre padres e hijos, en el sentido de aquellos enseñar que no todo lo que está a la venta debe ser adquirido y menos convertido en hábito.
  • No hay niños sin preocupaciones: actualmente los niños tienen muchas actividades que inculcan responsabilidad, aumentan exigencias e implican relacionamiento. Muchas veces los niños resuelven su ansiedad a través del abuso de alimentos.

Según los últimos estudios sobre los niños obesos, los resultados muestran que la gran mayoría prefiere productos muy calóricos, sienten poco gusto por frutas y verduras, sustituyen la actividad física por la tecnológica y, generalmente, tienen familiares obesos.

La obesidad juvenil trae consigo algunas complicaciones:

  • Somáticas (en relación al cuerpo): pueden no percibirse en las edades tempranas, pero es cierto que dejan marcas para el futuro. Por ejemplo, caries precoces por exceso de azúcares.
  • Psicológicas: el niño/joven desarrollará una imagen negativa de su cuerpo y, en consecuencia, una baja autoestima.

El tratamiento de la obesidad infantil primaria consiste en modificar ciertos comportamientos y unos hábitos alimentarios del niño/joven, así como de quienes lo habitan. Es importante que los obesos no interioricen los cambios como un castigo. Se deben promover los siguientes comportamientos:

  • Práctica de ejercicio físico.
  • Resolución de conflictos.
  • Explicar por qué el consumo y no consumo de determinados alimentos.
  • Promover al espíritu crítico en relación con la publicidad alimentaria.
  • Deben introducirse los siguientes hábitos de alimentación:
  • Reducir la ingesta calórica.
  • Aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra.
  • Aumentar el consumo de agua.

Cabe señalar que la dieta alimentaria tiene que asegurar las necesidades nutricionales para el desarrollo completo físico e intelectual de las personas en tratamiento y que puede ser muy difícil en las primeras etapas pudiendo producirse ciertas recaídas o alteraciones del programa a seguir.

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