El teléfono, este objeto que fascinó al mundo a finales del siglo XIX y hoy parece tan familiar, es el resultado de muchos esfuerzos e invenciones para conseguir que la voz humana se transmita a través de largas distancias. Su historia comenzó en el taller de Charles Williams, ubicado en Boston, donde también trabajaba Thomas Augustus Watson, que sentía simpatía y entusiasmo por las cosas nuevas, y se dedicó a tiempo completo a la invención y la mejora de los aparatos eléctricos.
Fue en este mismo taller que tuvo lugar el encuentro entre Watson y Alexander Graham Bell, que había estudiado en la Universidad de Boston. Graham Bell fue profesor de fisiología vocal, y se había especializado en la enseñanza de la palabra (sistema visible inventado por su padre, con el fin de que una persona sorda pudiera aprender a hablar). Bell tuvo la intención de perfeccionar su telégrafo armónico, con el que el dispositivo pretende transmitir código Morse entre seis y ocho mensajes simultáneos. Así fue como Graham Bell llegó a ese taller, en busca de apoyo tecnológico para su invento, y comenzó a trabajar con Watson. Más tarde, Bell dijo a Watson estas palabras: ‘Si yo pudiera hacer que una corriente eléctrica variase de intensidad de la misma forma que el aire varía al emitir un sonido, yo podría transmitir la palabra telegráficamente’. Esta fue la clave del invento que vendría a llamarse teléfono.
Después de muchos intentos, en 1876, el sueño de Bell se hizo posible. A través de un dispositivo, entre una habitación y otra, Watson escuchó a Bell diciendo: ‘Sr. Watson, necesito del señor, venga’. Nacía así el teléfono. Desde entonces fueron grandes e impactantes los avances de la telefonía hasta lo que hoy llamamos de teléfonos móviles.
En 1973, casi 100 años después de la invención del teléfono, la marca Motorola presentó el primer teléfono móvil del mundo. Este dispositivo fue diseñado por Martin Cooper, quien hizo la primera conexión para la competencia (Bell Labs) con quien disputaba la creación de un aparato telefónico sin cables. Esa primera conexión fue recibida por Joe Engel, que no se amedrentó con la derrota. Por el contrario, perfeccionó la tecnología e hizo con que Bell Labs fuese responsable por el móvil tal cual como hoy es conocido en todo el mundo.
