Jerjes I de Persia, hijo de Darío I y nieto de Ciro el grande, heredó el trono en el 485, a pesar de no ser el primogénito. Al año siguiente, emprendió la pacificación de Egipto y luego sofocó las revueltas en Babilonia. Entonces decidió vengar la derrota que los griegos habían impuesto a su padre en la batalla de Maratón en el 490.
A la cabeza de un gran ejército cruzó el Helesponto (Dardanelos) en puentes hechos de embarcaciones. Ordenó la construcción de un canal a través de la península de Athos, que facilitó el paso de la flota. Después de derrotar al ejército de Leónidas, Jerjes I saqueó y quemó la Acrópolis de Atenas. Pero la flota griega se reorganizó en el estrecho entre el Ática y la isla de Salamina y logró derrotar a Jerjes el Grande.
El monarca se retiró a Asia, pero dejó en Grecia dos unidades de su ejército, con su primo Mardonio al mando de una de ellas. Mardonio fue vencido en el 479, en la batalla de Platea, y su muerte obligó a la unidad de ocupación a retirarse, acelerando la victoria de los griegos. Jerjes nunca se recuperó de esa derrota y abandonó las ambiciones militares.
En los últimos años de su reinado se dedicó a la construcción de palacios y monumentos en Persépolis. Se ocupa también de cuestiones religiosas y se cree que impuso el culto de Aura Mazda. Finalmente fue asesinado en Persépolis, junto a su primogénito en el 465 a.C. Le sucedió en el trono su hijo Artajerjes I.