El Imperio Otomano se dio inicio en el siglo XI, cuando se asentaron las tribus nómadas turcas en Anatolia, la región que hoy forma parte de Turquía. Estas tribus han contribuido a difundir la religión musulmana en tierras que hasta entonces estaban bajo el mando de otro imperio, el bizantino.
El Imperio Otomano se convirtió en uno de los Estados más fuertes del mundo en los siglos XV y XVI, englobando gran parte de Oriente Medio, Europa Oriental y África del norte. La iglesia cristiana ortodoxa, que predominó en las tierras bizantinas, se mantuvo presente. Los judíos perseguidos por los cristianos en la Península Ibérica también encontraron refugio en territorio otomano.
El imperio empezó su declive en el siglo XVII. Las actividades económicas de los pueblos conquistados fueron realizadas por iniciativa propia, haciendo con que la economía general del imperio fuese desintegrándose lentamente.
Este cambio inició la modernización del Imperio, fuertemente influenciado por Alemania, junto a los turcos que lucharon en la Primera Guerra Mundial. La derrota en la confrontación tambaleó todavía más las fuerzas del imperio, que fue suprimido poco después, en 1923, cuando fue proclamada la República de Turquía.