La industrialización se caracteriza por el proceso de desarrollo industrial en un escenario determinado, cuyo principal interés es la sustitución del modo de producción para la maximización de beneficios. Este fenómeno se produce a través de la mecanización de las actividades en sustitución de algunas funciones ejercidas por el hombre, proporcionando una producción en serie y a gran escala.
El proceso de industrialización consiste en un conjunto sistemático de técnicas y oficios de producción dentro de instalaciones (la fábrica), usando máquinas, energía y trabajo humano, que transforma y combina las materias primas para producir una mercancía que será puesta a la venta.
El segmento industrial se expandió significativamente desde el siglo XVIII, a través de la primera Revolución Industrial en Inglaterra. Este momento histórico estuvo marcado por transformaciones en el proceso productivo, que incorporó las máquinas (máquina de vapor), capaces de producir masivamente (producción en serie), y pasó a utilizar fuentes energéticas más eficientes (carbón).
Los países europeos fueron los primeros en industrializarse, pues fue en ese continente que ocurrieron las principales transformaciones en los modos de producción, por tanto, ese proceso se caracteriza como industrialización clásica. Los países emergentes son caracterizados por una industrialización tardía, periférica, cuyo desarrollo se intensificó después de la Segunda Guerra Mundial (1945).
La expansión de industrias está directamente relacionada con el proceso de urbanización y el crecimiento poblacional en las ciudades, ya que este fenómeno ejerce un gran poder de atracción para la población rural, que provoca la migración a las ciudades – éxodo rural. Otros aspectos de la industrialización son el desarrollo de infraestructura, transporte, comunicación, varias ramas de servicios, degradación del medio ambiente, entre otros.