1) Antecedentes: Imperialismo, también llamado neocolonialismo, fue un movimiento de expansión territorial, cultural y económico emprendido desde el siglo XIX. La explotación ejercida por las potencias imperialistas está asociada con la Revolución Industrial; esto se debe a que crecimiento del número de industrias estimuló la búsqueda de materias primas, que había en baja disponibilidad en Europa. Además, se hizo necesaria la búsqueda de nuevos mercados de consumo para drenar las salidas de la producción de las fábricas y de los capitales disponibles. La mano de obra era más barata que aquella encontrada en europea. Estos factores, asociados a otros, estimularon la competencia en la división de territorios, principalmente en África y Asia, de modo que ambas regiones pudiesen atender a las necesidades europeas.
2) Integrantes: Los principales países imperialistas fueron: Inglaterra, Francia, Bélgica, Alemania, Italia, Rusia y Japón. La participación de esas potencias ocurrió en grados y momentos diferentes.
3) Imperialismo vs Colonialismo: El imperialismo fue una nueva forma de colonizar territorios, diferente de la expansión territorial que sucedía durante el llamado colonialismo y que tuvo su mayor influencia en el continente americano. Mientras el colonialismo sucede a partir del siglo XV – en el contexto de las Grandes Navegaciones y el mercantilismo – el imperialismo, también llamado de neocolonialismo por su asociación a África y Asia, tuvo lugar en el siglo XIX. Su crecimiento es acompañado con otro gran cambio social: la Revolución Industrial, teniendo como pionera a Inglaterra.
4) Hegemonía: El colonialismo ocurrió bajo el patrocinio de la burguesía comercial, en busca de oro y plata principalmente en América. El Neocolonialismo sucedía a su vez con patrocinio de la burguesía industrial, en busca de materias primas y mercados de consumo en África y Asia.
5) Misión civilizadora: Durante la corrida colonialista se justificó la dominación por la expansión de la fe cristiana. En la corrida neocolonialista, el argumento que fue utilizado fue el de llamado misión civilizadora, teniendo el darwinismo social como apoyo teórico. La fuerte industrialización, el rápido desarrollo económico y la estructurada organización político-social en Europa, en el recorrido del siglo XIX, llevó a los europeos a la creencia de que habían alcanzado la cima de la civilización. Esa idea está ligada a una visión eurocéntrica del mundo donde se coloca la cultura europea como superior a otras alrededor del planeta.
6) Darwinismo social: Algunos países imperialistas decían que la conquista y explotación de territorios en Asia y África formaban parte de una misión donde el hombre blanco debía llevar cultura y progreso europeos. De cierta forma, esa misión estuvo influida por las ideas de Charles Darwin acerca de la evolución. Sin embargo, debemos hacer notar que el darwinismo social no fue planteado por Darwin quien, de hecho, fue un firme antiesclavista. Aplicada a la sociedad, esa teoría decía que había pueblos más o menos evolucionados, más o menos adaptados a la ‘civilización’. Vale resaltar que, en general, el objetivo de los países imperialistas no era el de civilizar, sino obtener ventajas económicas con la explotación de africanos y asiáticos.
7) Doctrina Monroe: Frente a los intereses económicos de los países imperialistas europeos, los Estados Unidos temían que hubiese un intento de volver a colonizar América. Para evitar que eso sucediera, fue creada la Doctrina Monroe por el entonces presidente James Monroe, en 1823. El lema de la campaña era: ‘América para los americanos’. Conforme a esa doctrina, Europa no debería crear colonias en el continente americano. Por otro lado, los Estados Unidos no intentarían crear colonias en África y Asia. La Doctrina Monroe acabó, futuramente, influyendo en la creación del a política del Big Stick, según la cual los Estados Unidos podrían intervenir en los países americanos cuando creyesen necesario. Aparentemente, los Estados Unidos estaban haciendo frente a Europa para defender el continente. Sin embargo, lo que era defendido eran los intereses norteamericanos.
8) División de África: la división de África fue la división del continente africano entre los países imperialistas. Esta división tuvo inicio en la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, fue en la Conferencia de Berlín, en 1884, que la delimitación de las fronteras de África alcanzó su punto álgido. En ella fueron decididas normas a ser obedecidas por los países imperialistas. La conferencia no consiguió satisfacer las ambiciones de algunos países. La disputa por territorios en África fue uno de los motivos de la Primera Guerra Mundial, en 1914. Cabe recordar que la división de África no tomó en consideración las diferencias culturales entre las tribus rivales, estimulando conflictos étnicos, políticos y religiosos que permanecen hasta hoy.
9) Guerras de los Bóeres: la Guerras de los Bóeres ocurrió en África del Sur, entre 1880 y 1902. La rivalidad sucedió entre los bóeres – africanos de origen holandés y francés – contra los ingleses. Entre las causas podemos destacar el hecho de los ingleses desear apoderarse de las regiones del Transvaal y Orange, ricas en minas de diamante, oro y hierro. Fueron dos guerras en total. La primera se desarrolla de 1880 a 1881; la segunda, ocurre entre 1899 y 192. A pesar de las victorias iniciales, los bóeres fueron derrotados por los ingleses.
10) Guerra del Opio: la Guerra del Opio se llevó a cabo en China, entre 1839 y 1860. El choque se produjo entre chinos e ingleses. Las causas del conflicto son en el interés de los británicos en el comercio con China; sin embargo, el mercado chino fue cerrado. Uno de los productos con buena aceptación era el opio, droga procedente de la planta de la amapola. Por un tiempo, el comercio rindió grandes lucros a los ingleses hasta que el gobierno chino decidió prohibir su mercantilización y ordenó quemar toneladas de droga. Eso despertó la furia de los ingleses que inmediatamente declararon la guerra a China. Fueron dos guerras en total. La primera guerra del Opio sucedía de 1839 a 1842; la segunda, de 1856 a 1860. Al final, Inglaterra salió victoriosa. A través de diversos tratados, como el Tratado de Nankín, muchos puertos fueron abiertos a los ingleses, entre ellos el de Hong Kong y Shanghái.