El valor del agua en la vida es reconocido por casi todas las culturas. Ya los médicos egipcios –que también eran sacerdotes, astrónomos y artistas– concedieron gran importancia a la higiene con prácticas relacionadas con la alimentación, vestuario, gimnasia y aplicaciones hidroterápicas. La práctica de la hidroterapia es indicada por vestigios de instalaciones de higiene que datan del 2500 a.C. en la India.
La noción de que el agua forma parte de la composición del cuerpo y el universo sucede de forma simultánea en las civilizaciones orientales de China e India. Según esas culturas, todo lo que existe resulta de una relación entre los cinco elementos: agua, aire, tierra, fuego y éter (en la India) o madera (en China). Los griegos se identificaron con apenas cuatro elementos (agua, fuego, tierra y aire).
Yacimientos arqueológicos griegos incluyen lugares de baños donde existen numerosas referencias a las virtudes curativas del agua. Ya en los cantos homéricos (1000 a.C.) se habla de ritos de purificación con agua, que precedieron a la entrada en el templo de Asclepio (Esculapio para los romanos), el dios griego de la medicina. Alrededor del año 500 a.C., los templos de Asclepio fueron hallados cerca de las fuentes y zonas de baño. Píndaro (518-446 a.C.), dijo que el agua es lo mejor que hay. A su vez, Pitágoras (530 a.C.) recomendaba a sus discípulos baños y dieta vegetariana (junto con algunas hierbas y gimnasia). Hipócrates de Quíos (460-377 a.C.) hizo un amplio uso de la hidroterapia, destacando la influencia sobre la piel para desintoxicar el cuerpo. Muchos de los procedimientos de hidroterapia fundamentales (vapor, compresas húmedas con agua dulce o salada y miel o aceite de oliva), todavía en uso, fueron utilizados por Hipócrates.
Los escritos de Cicerón, César Augusto, Horacio, Plinio el Viejo, Galeno y Aulo Cornelio Celso muestran la influencia de las prácticas hidroterápicas entre los romanos y su desarrollo con los baños públicos e instalaciones balnearias. Por su parte, la medicina romana seguía el uso de agua caliente y agua fría, teniendo un amplio uso durante el auge del Imperio Romano. Los baños públicos podían tener diversas finalidades, entre ellas, la higiene corporal y la terapia por sus propiedades medicinales; en general, las mañanas eran reservadas a las mujeres y las tardes destinadas a los hombres. Con la decadencia de la civilización romana se perdieron los vestigios de esas prácticas en los siglos posteriores.
En el año 313, en la ciudad de Milán, Constantino, emperador romano de Occidente y Licinio, emperador romano de Oeste, prepararon un documento (edicto) que consagra el principio de la libertad religiosa y/o prohibición del paganismo, e inclusive el uso de los baños públicos o termas.
Medicina natural
A finales del siglo XIX e inicio del siglo XX se desarrolla un regreso a las teorías hipocráticas vitalistas, en oposición al reduccionismo de la teoría de los gérmenes, la teoría de la síntesis orgánica y el materialismo positivista. La medicina natural se postula como una nueva ciencia en busca de la condición ideal de existencia a través del contacto con el agua limpia y otras maravillas de la vida natural. En este campo sobresalen expertos como Vincent Priessnitz, Sebastian Kneipp, Louis Kuhne, Tadeo de Wiesent y Manuel Lezaeta Acharán.
Incluso hoy en día a pesar de la diversidad de corrientes y tendencias, especialmente en cuanto a la prescripción dietética, la hidroterapia se conserva como práctica terapéutica. Recientemente destaca su asociación a las medicinas orientales y su desarrollo como técnica de fisioterapia.
Agua fría
El agua fría excita fuertemente la sensibilidad periférica, y la excitación experimentada es llevada, por vía centrípeta, hasta los centros corticales, produciendo diversos reflejos, de los cuales los más interesantes ocurren en la periferia, en los vasos superficiales y en los órganos subyacentes en la piel.
El sistema nervioso sensitivo, excitado en todas sus ramificaciones periféricas, es estimulado y mejorado en sus funciones produciendo, en el individuo, una sensación de bienestar; la persona se siente reanimada, alegre y dispuesta para trabajar. El sistema nervioso recupera su tono. Por eso se puede decir que el agua fría es un tónico para el sistema nervioso. La aplicación de agua fría al cuerpo también es sedativa, regulariza las funciones nerviosas y se indica en la dislocación.
Agua caliente
Hay fuertes indicios de que los asiáticos difundieron la práctica hacia el 2400 a.C. El Ofuro es un baño japonés cuya temperatura del agua oscila los 36 a 40 º C. Su mayor ventaja es la limpieza de la piel y la relajación muscular.
El baño caliente seguido de agua fría (contraste) se asocia con efectos vasculares y condicionamiento de la hemodinámica, de acuerdo a los naturópatas.
La hidroterapia y fisioterapia
La fisioterapia utiliza diferentes combinaciones de ejercicios en agua caliente y fría, haciendo de la utilización del agua, tanto en piscinas como en bañeras terapéuticas, uno de los recursos más famosos y placenteros utilizados por los terapeutas físicos.