Los volcanes son responsables de la liberación magma encima de la superficie de la corteza terrestre. Funcionan como válvulas de escape de magma (roca en estado ígneo alojada en la cámara magmática) y los gases que hay en las capas más internas de la Tierra. Tales materiales se encuentran bajo muy alta presión, así como a temperaturas elevadas. Asimismo, el movimiento de las placas tectónicas puede provocar erupciones volcánicas. Los volcanes son también responsables de la formación de las montañas.
Los volcanes resultan de una fusión parcial, bajo condiciones específicas, de los materiales de las profundas capas del interior del planeta, fusión que produce el magma, expulsado a través de la boca del volcán y puerta de salida, el cráter. Las zonas donde se produce esa fusión parcial se asocian a la dinámica del planeta, y la erupción de los volcanes es explicada de modo coherente por la teoría de las placas tectónicas.
En algunos casos, los volcanes ocurren en un punto caliente, en el medio de las placas tectónicas, como es el caso del campo volcánico en el parque nacional de Yellowstone en Estados Unidos o en Hawái.
Los volcanes marcan los grandes accidentes de la litosfera y su ubicación se clasifica de acuerdo a los movimientos generados por el movimiento de las placas. La fricción o separación de las placas tectónicas desencadena la erupción del magma hacia el exterior.
La profundidad y la composición de los materiales determinan la composición de los magmas y el tipo de lava en el exterior. Así, la lava puede ser fluida (erupciones efusivas) o poco fluida (erupciones explosivas). Los productos volcánicos se clasifican de acuerdo a la composición química y mineralógica y según sus propiedades físicas. Se distingue así lavas, proyecciones y gases.
La lava es la parte líquida del magma en exterior, que forma una colada o extrusión, de acuerdo con su mayor o menor viscosidad. Cuando su viscosidad es mayor su desplazamiento es difícil. Por el contrario, con una viscosidad menor alcanzan grandes distancias.
Cuando las placas chocas entre sí suelen producirse erupciones violentas y explosivas. La lava es espesa y muy viscosa, se forman fragmentos de nubes de gas, polvo y lava sobre la atmósfera. La masa fundida se enfría rápidamente y se acumula alrededor del punto de salida. La colisión de placas en las cortezas oceánicas (parte de la zona terrestre que forma océanos) produce arcos de islas, como las Antillas y las islas japonesas.
En las erupciones de lava fluida (efusivas) se producen sistemas complejos y mesetas extensas formadas por hasta 130.000 kilómetros cuadrados, como la meseta de Columbia en Oregon y Washington en los Estados Unidos.
Volcanes con erupciones son denominados como activos, y aquellos donde han transcurrido muchos años sin erupciones son extintos. Los volcanes presentan un periodo de reposo (fase de letargia) más o menos largo (de 10.000 a 100.000 años).
Los volcanes son responsables de la formación de las rocas ígneas, que constituyen lava solidificada. La lava emerge del volcán normalmente a temperaturas variables entre los 850 y 1250 ºC.
La forma de los edificios volcánicos depende de la dinámica, es decir, las propiedades físicas de los productos emitidos, así como la profundidad (5 a 20 km) y el volumen de la cámara o depósito de magma.
Las erupciones volcánicas pueden ser brutales. Entre los más mortíferos, están las erupciones del Krakatoa, Indonesia (1883), la del monte Pelée, Martinica (1902) y la del Nevado del Ruiz, Colombia (1985).