Pocos tiempo después de la manifestación heterodoxa de Lutero apareció un movimiento reformador independiente y más revolucionario en Zurich (Suiza) dirigido por el pastor suizo Ulrico Zuinglio. Los estudios bíblicos de Zuinglio le llevaron a la conclusión de que sólo lo que se autorizaba de un modo literal en las Escrituras debía conservarse en la doctrina y en las prácticas de la Iglesia. El luteranismo conservaba muchos elementos de la liturgia medieval, sin embargo Zuinglio abogaba por un culto simple y, en disconformidad a la Iglesia católica y al luteranismo, tomaba la eucaristía como un culto tan sólo simbólico. Las reformas de Zuinglio, adoptadas de manera pacífica mediante votación por el Consejo de Zurich, pronto se extendieron a otras ciudades suizas.
El destacado reformador de la generación posterior a Lutero y Zuinglio fue Juan Calvino, teólogo francés establecido en Ginebra en 1536. Las reformas de Calvino no eran tan excesivas como las de Zuinglio, sin embargo iban acompañadas de un severo régimen que unía en la práctica Estado e Iglesia en la conservación de la moral y la doctrina correctas. Calvino escribió la primera exposición sistemática de la teología protestante, puso en marcha un sistema de gobierno para la Iglesia presbiteriana y fundó relevantes fundaciones pedagógicas que formaron a hombres como John Knox, introductor del calvinismo en Escocia, donde se convirtió en la Iglesia presbiteriana. El calvinismo igualmente se extendió a Francia, donde sus incondicionales eran conocidos como los hugonotes, y a los Países Bajos, donde reforzó la intención para conquistar la independencia de la España católica.
La Iglesia anglicana fue instaurada en Inglaterra en el momento en que Enrique VIII (en 1534) asumió la autoridad eclesiástica que antes desempeñaba el papa. El propósito del monarca era conseguir la anulación de su casamiento con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, más que reformar la doctrina de la Iglesia. Impuso estrictas leyes que protegían las destacadas características del catolicismo medieval. Pero, bajo los reinados de Eduardo VI e Isabel I, la Iglesia anglicana llegó a transformarse en una fundación protestante sin paliativos, como quedó definido en los Treinta y nueve artículos. Los ritos anglicanos y la organización de la Iglesia conservaron pese a todo numerosas de las formas del catolicismo romano, apareciendo ante los ojos de muchos como una vía intermedia. Por esto los anglicanos recibieron las críticas de algunos disidentes calvinistas: los puritanos.
Sectas revolucionarias
Mientras que los luteranos, los calvinistas y los anglicanos constituían Iglesias estables, aparecieron algunos grupos protestantes más revolucionarios. Todos ellos creían que los reformadores no habían ido tan lejos como era necesario en la dirección de un cristianismo bíblico más sencillo. Atacaban, por consiguiente, con la misma fuerza a las Iglesias protestantes que a la Iglesia católica, por lo que eran perseguidos con virulencia por ambas. Algunos de estos grupos organizaron rebeliones políticas o invadieron iglesias destruyendo sus vitrales, sus estatuas y sus imagenes; otros abandonaron el uso de la fuerza. La mayor parte negaba la unión entre la Iglesia y el Estado. La más relevante de estas sectas fue la anabaptista. Estaba concentrada en Alemania y los Países Bajos, y tuvo un relevante papel en las Guerras Campesinas. Rechazaban el bautismo de los niños y lo reservaban para los devotos adultos. Los menonitas, una secta anabaptista originaria de Holanda y Suiza, eran pacifistas que pretendían crear comunidades cooperativas independientes conforme los fundamentos del Nuevo Testamento. En Inglaterra, un conjunto guiado por Robert Browne negaba que el gobierno de la Iglesia recayera en presbíteros u obispos, y se convirtieron en los llamados separatistas o independientes. Estos primeros movimientos ejercieron influencia sobre los cuáqueros, que aparecieron hacia 1640 como incondicionales de George Fox (1624-1690). Profesaban el pacifismo y la ‘luz interior’.
Muchas de estas pequeñas sectas más revolucionarias huyeron de la represión emigrando a América. Los primeros fueron los puritanos. Después aparecieron en Nueva Inglaterra los congregacionistas y los baptistas. A las colonias del centro de la costa occidental de lo que hoy es Estados Unidos llegó una gran diversidad de facciones, entre las que se encontraban los luteranos, los menonitas y los anabaptistas. En las colonias del sur se instaló la Iglesia anglicana.
Guerras y ortodoxia
El enfrentamiento político entre los católicos y los protestantes franceses (hugonotes) provocó la matanza de la Noche de San Bartolomé en 1572. El monarca Carlos IX de Francia y su madre, Catalina de Medici, recelaban que los hugonotes alcanzaran el poder. Por esta razón, dictaminaron el homicidio de miles de ellos a finales de agosto. La carnicería se inició en París el 24 de agosto y se extendió a las restantes provincias del país.
La historia del protestantismo primitivo estuvo marcada por combates donde se entremezclaban los motivos políticos con los religiosos. En Alemania, las guerras religiosas del siglo XVI y el conflicto bélico de los Treinta Años en el XVII fueron encarnizados y devastadores. En Francia los hugonotes calvinistas combatieron en una sangrienta guerra civil contra los católicos, y ello terminó con la masacre de la Noche de San Bartolomé en 1572, en la que murieron muchos caudillos hugonotes. Posteriormente a varios enfrentamientos ciudadanos los hugonotes vieron garantizado su culto gracias al Edicto de Nantes (1598), sin embargo muchos se vieron empujados a emigrar en el momento en que Luis XIV lo revocó en 1685. En Inglaterra, el conflicto bélico civil entre el Parlamento y la monarquía correspondía igualmente en gran parte a una rivalidad interna entre puritanos y anglicanos. A partir de la Paz de Westfalia (1648), el protestantismo entró en una fase de consolidación. El siglo XVII fue una fase en la que se definió y expuso con rigor la ortodoxia protestante, remarcando la autoridad de la Biblia y la lógica religiosa. Esta tendencia se llamó después escolasticismo protestante por analogía con la teología católica sistemática de la edad media.
Pietismo
Hacia 1670 apareció en Alemania el pietismo como respuesta al intelectualismo de la ortodoxia. Bajo la dirección del sacerdote germánico Philipp Jakob Spener, la gente comenzó a congregarse en sus hogares en pequeños para estudiar la Biblia y orar. El pietismo daba más relevancia a la conversión privada y a una piedad sencilla y activa que a la aceptación de proposiciones teológicas correctas. Se extendió por Alemania y de ahí se extendió a Escandinavia y América.
Racionalismo
La influencia del pensamiento científico y de la Ilustración en la teología protestante se reflejó en el racionalismo, una tendencia que apareció entre los siglos XVII y XVIII. Sus predecesores fueron corrientes como el arminianismo, que negaba la doctrina calvinista de la predestinación de conformidad con las enseñanzas de Jacobo Arminio (1560-1609), teólogo protestante holandés, y el latitudinarismo, que fue una tendencia indulgente y antidogmática que apareció dentro de la Iglesia anglicana, durante el siglo XVII. El racionalismo introdujo el espíritu crítico en la teología al resguardar que se examinaran las convicciones convencionales a la luz de la razón y la ciencia. Al considerar más relevantes las coincidencias generales entre las religiones que las pequeñas cuestiones teológicas, cuestionó fuertemente las rígidas ortodoxias que se habían desarrollado durante el siglo XVII. La expresión más pura de la tendencia racionalista fue el deísmo, una concepción filosófica sobre la religión que negaba las revelaciones, los milagros y los dogmas de cualquier credo.
Otra forma de racionalismo protestante que tuvo relevancia en el siglo XVIII fue el unitarismo. Se originó en el siglo XVI en la Europa continental, donde era llamada socinianismo por su autor, el reformador italiano Fausto Socino (1539-1604). Posteriormente al Acta de Tolerancia de 1689, el unitarismo fue profesado de manera clara en Inglaterra; durante el siglo XVIII comenzó a tener igualmente incondicionales en Nueva Inglaterra. Los unitarios negaban la Trinidad y la deidad de Jesucristo, y valoraban especialmente sus instrucciones morales y su ejemplo.
El metodismo y el evangelismo
El teólogo inglés John Wesley fue el autor del movimiento metodista. El 1 de mayo de 1739 formó en Londres, junto con un conjunto de incondicionales, la primera congregación metodista. Ese mismo mes se constituyeron otras dos sociedades metodistas en Bristol. Wesley fue igualmente un prolífico escritor. El bajo precio al que se vendían sus obras hizo que sus ideas se extendieran con rapidez, incluso entre las clases más indigentes de la sociedad.
La reacción contra las tendencias intelectualistas y formalizantes del protestantismo que había comenzado el pietismo continuó durante el siglo XVIII con el surgimiento de varios movimientos conocidos que apelaban a las emociones de la experiencia religiosa. En Inglaterra esta reacción adoptó la forma del metodismo, desarrollado por John Wesley y su hermano Charles Wesley. Ambos se hallaban bajo la influencia del pietismo y el arminianismo. Predicaban la conversión y la inquietud por los indigentes en grandes asambleas conmemoradas a la intemperie por toda Gran Bretaña. Provocaron un revivir del fervor religioso entre las clases británicas más humildes, que se sentían saturadas por el extremo formalismo y el racionalismo dominante de la Iglesia anglicana. Debido al rechazo oficial, el movimiento acabó por separarse de la Iglesia anglicana y se incorporó a los denominados no conformistas.
A finales de la década de 1730, el predicador inglés George Whitedevotod provocó con sus sermones un amplio arraigo del evangelismo en Norteamérica. Este renacimiento religioso fue denominado Gran despertar.
En las colonias americanas el evangelista inglés George Whitedevotod y otros sacerdotes itinerantes predicaban en grandes reuniones religiosas a cielo abierto. Inspiraron el primer Gran despertar, un renacimiento generalizado del entusiasmo religioso.
El protestantismo en el siglo XIX
A lo largo del siglo XIX, el protestantismo se transformó en un movimiento a escala mundial como resultado de una penetrante actividad misionera. Igualmente se fue diversificando cada vez más al aparecer nuevas sectas y tendencias religiosas. El teólogo protestante más prominente de la fase fue el germánico Friedrich Schleiermacher (1768-1834). Schleiermacher representaba la religión como un sentimiento intuitivo de dependencia del Infinito o de Dios, que consideraba una experiencia universal de la humanidad al completo. La relevancia de la experiencia religiosa más que de los dogmas fue reanudada por la escuela teológica del liberalismo. Los teólogos liberales se propusieron reconciliar la religión con la ciencia y con la sociedad moderna mediante nuevas técnicas históricas y críticas de la ciencia bíblica. Intentaron discernir el Jesús histórico y sus instrucciones de lo que consideraban embellecimientos mitológicos y dogmáticos.
El Movimiento de Oxford
Igualmente existían tendencias más conservadoras, como por ejemplo el Movimiento de Oxford de la Iglesia anglicana que sostenía con fuerza las tradiciones católicas. A pesar de que algunos de sus adalides, como John Henry Newman (1801-1890), terminaron ingresando en la Iglesia católica, los anglo-católicos (como se les llamaba) continuaron ejerciendo una destacada influencia dentro de la Iglesia anglicana. Restauraron el ayuno y la confesión, y instauraron hermandades religiosas femeninas.
El movimiento evangelista
El movimiento evangelista mantuvo su relevancia en el mundo protestante, especialmente en Estados Unidos. Aparecieron numerosas nuevas sectas evangélicas como los adventistas.
Conciencia social
Los protestantes sobresalieron en muchos movimientos humanitarios y reformadores durante todo el siglo. En Inglaterra, los protestantes evangélicos dirigieron la turbación política que condujo al Parlamento a abolir la esclavitud en los territorios sometidos al dominio británico. En Estados Unidos los protestantes evangélicos igualmente hicieron campaña en contra de la esclavitud (con lo que se hicieron cismas en algunas Iglesias) y en contra de la intemperancia y la prostitución. Otros movimientos respondieron a los conflictos de la Revolución industrial. El socialismo cristiano y el evangelio social procuraban adaptar fundamentos cristianos para asentar cambios sociales elementales.