El Universo es un sistema físico en expansión. Cualquier modelo de esquema tiene que cumplir determinados requisitos como son: ley de Hubble (1929) o de velocidad de recesión de las galaxias: la velocidad de alejamiento entre dos galaxias es proporcional a la distancia que las separa; la constante de proporcionalidad, aproximadamente directa, se denomina constante de Hubble. Existencia de una radiación de fondo uniforme, equivalente a la energía emitida por un cuerpo negro a la temperatura de 3º K.
El esquema del Universo aceptado por la mayoría de los físicos actualmente es la teoría de la Gran Explosión o del Big-Bang, que considera el Universo como un sistema en continua expansión a partir de una primitiva explosión inicial. Hace 10.000 o 20.000 millones de años, el Universo era reducido a un punto en que toda la materia, todo el espacio estaba altamente concentrado, y en ese justo instante comenzó la Creación. Difícil es hacerse una idea de aquel Universo primitivo, pues se requieren conocimientos y experiencias de física muy complejos. A los pocos segundos de la explosión inicial, los fotones y otras partículas colisionaron unas con otras y se desintegraron o se transformaron en otras distintas. Al tiempo que el Universo se expandía se iba enfriando, lo cual dio lugar a las primeras partículas materiales, átomos de hidrógeno y helio; a su vez los fotones se propagaron libremente y se hizo la luz. Al seguir enfriándose, la materia se condensó (en función de la gravitación) provocando enormes burbujas cósmicas que pudieron tener billones de masas solares. Las burbujas reventaron originando fragmentos equivalentes a cúmulos de galaxias; una subfragmentación dio lugar a las protogalaxias y al formarse en estos núcleos de condensación se originaron las estrellas.
Nuestra galaxia, la Vía Láctea, fue designada con ese nombre por los griegos debido a su aspecto lechoso (galaxia; galactos: de leche, en latín Vía Láctea), que creían que era el resultado de las gotas de leche que Hércules dejó caer cuando era amamantado por Juno. En España se la conoce con el nombre de camino de Santiago, devota interpretación medieval de la inmensa polvareda levantada hasta el cielo por los innumerables peregrinos que acudían a Compostela (Campo de la Estrella o Campostela), para venerar a Sant Iago.
La Vía Láctea junto con la nube Mayor y Menor de Magallanes, la nebulosa de Andrómeda, la del Triángulo y otras, hasta más de veinte, forman el Grupo Local. La vía Láctea está formada por más de cien mil millones de estrellas y miles de nebulosas. Su forma corresponde a la de las galaxias espirales normales. El diámetro mayor es de 100.000 años-luz. El año-luz es la distancia que la luz recorre en un año; como la velocidad de la luz es de 300.000 kilómetros por segundo viene a ser equivalente a unos nueve billones de kilómetros. Todo el sistema de la Vía Láctea se halla en contínuo movimiento de rotación en torno al centro de esta galaxia. El Sol, por ejemplo tarda, a una velocidad de doscientos cincuenta kilómetros por segundo, doscientos millones de años en describir una órbita.