Originario de la región del Mediterráneo, el higo es el fruto de la higuera (Ficus carica), un árbol de la familia Moraceae. El higo es uno de los frutos consumidos desde la antigüedad; la Biblia relata que cuando Adán fue expulsado del Edén, utilizó las hojas de higuera para cubrir su desnudez.
En realidad, el higo es más parecido a un arbusto que a un árbol, que tiene entre 3 y 10 metros de altura. Debido al hecho de que requiere pocos cuidados para su siembra en relación a la calidad del terreno y se adapta a diferentes climas, se ha diseminado a través de diversas partes del mundo. En América incursó a través de los colonizadores portugueses en el siglo XVI.
El higo en sí mismo es una fruta con un formato similar a la pera, pero ligeramente más pequeña – con medidas entre 3 y 7 cm. Sus colores pueden variar: puede ser negro, púrpura, rojo, verde o amarillo. Estas frutas tienen una pulpa jugosa, comestible y, debido al hecho de ser ricos en azúcar, son altamente energéticos.
El higo tiene una buena cantidad de minerales, especialmente potasio, calcio y fósforo, que son importantes para la formación de huesos y para el buen funcionamiento del organismo. La fruta también tiene una importante cantidad de vitamina C, además de combatir la inflamación en las vías respiratorias y tiene una acción laxante suave.
Su período de cosecha va desde enero hasta abril. El higo puede ser consumido de forma natural, además de ser empleado en la fabricación de dulces y postres. Los mayores productores de fruta son Turquía, Egipto, Argelia y otros países mediterráneos.