En el espacio urbano, el problema se agudizó y es dimensionado por la enormidad de sus números. Son millones las persones y automóviles produciendo miles de millones de toneladas de residuos y contaminación, que a su vez exigen miles de millones de dólares en inversiones de infraestructuras. En las últimas décadas esos problemas han cambiado solamente de dimensión, pues ellos siguen siendo comunes en la mayor parte de las ciudades. En las mayores ciudades, la mayoría de personas conoce bien apenas los lugares por donde pasa habitualmente; muchas veces, no conoce ni siquiera los barrios que están a menos de 10 kilómetros de distancia. Generalmente, en esas ciudades, se crea en algunos barrios centros de servicios para atender a la población local, con calles especializadas en determinados artículos o incluso focalizados en actividades diversas. Por eso, se puede afirmar que las mayores ciudades poseen diversos centros.
Uno de los mayores problemas de las grandes ciudades es la especulación inmobiliaria. La especulación encarece de forma considerable los terrenos urbanos, en función de variables cada vez más complejas. Una de esas variables es la forma de expansión de los municipios, que no siempre sigue patrones normales.
Vamos a analizar un ejemplo: supongamos que en una determinada ciudad existen terrenos libres en la periferia, próximo al límite del municipio. Esos terrenos, lógicamente, son más baratos. Si fuesen vendidos como generalmente ocurre para un agente especulador (inmobiliarias, constuctoras…), este venderá primero los terrenos más distantes del cento. Los más próximos al centro se mantendrán reservados. Esa actitud obedece a una lógica simple y nefasta. Cuando se inicia la comercialización de los terrenos más distantes, estos son desprovistos de ciertos equipamientos urbanos como agua, luz, tratamiento de aguas residuales, transporte y escuelas. En fin, el espacio urbano resulta ser muy precario. Debido a la presión de los nuevos inquilinos (y electores) o por medio de corrupción, los equipamientos urbanos son llevados a esos terrenos distantes por el poder público. Esa es la llave de la especulación: para que haya agua, energía, transporte y otros servicios en terrenos más distantes, pasan necesariamente por los terrenos más próximos del centro, que pertenecen al agente especulador. Ese agente había pagado un precio muy bajo por los terrenos, pues inicialmente estaban desprovistos de cualquier beneficio. Gracias a la actuación (direccionada o influida) del poder público, los terrenos mantenidos en reserva tienen su valor multiplicado, beneficiando al especulador y a sus implicados.