En la cerámica, la rica decoración de la época predinástica se reemplazó por bellas piezas no decoradas, de superficies pulimentadas y dentro de una gran diversidad de maneras y modelos destinados a servir de objetos para uso cotidiano. En la antigüedad, la cerámica servía para los mismas finalidades para los que hoy empleamos el cristal, la loza, el metal, la porcelana o el plástico; por lo cual, el abanico de opciones engloba desde vasijas y recipientes para comer y beber hasta grandes envases y contenedores de almacenamiento o incluso depósitos o cubos para la fermentación de bebidas.
Las gemas se hicieron en oro y piedras semipreciosas, integrando formas y diseños animales y vegetales. En toda la historia de las artes decorativas de Egipto hubo una gran preferencia por tales temas o motivos artísticos. Se han conservado pocos ejemplos por lo que respecta al mobiliario, sin embargo la rebosante presencia de los mismos en las imagenes de las tumbas nos suministra rebosante novedad sobre el diseño de sillas, camas, escabeles, sillones y mesas. Generalmente los diseños fueron simples, sencillos, integrando formas vegetales y garras de animales para concluir los acabados inferiores de los muebles (patas de sillas y mesas, por ejemplo). No se utilizaban clavos, sino que las piezas se adherían mediante espigas y mortajas o se pegaban. Destacan los cabezales rodeados de genios para proteger el suelo. La más hermosa agrupación de muebles del Imperio Antiguo corresponde a la tumba de la reina Heteferes, madre de Keops, que destaca por su grandeza y sobriedad.
Al concluir la VI Dinastía el poder centralista de Egipto había mermado; los gobernantes locales decidieron emplazar sus sepulcros en sus propias provincias en lugar de enterrarse cerca de las necrópolis de los faraones a quienes servían. De esta dinastía data la estatua en metal más antigua que se conoce en Egipto: una imagen en cobre (c. 2300 a.C. Museo Arqueológico de El Cairo) de Pepi I (reinado durante 2395-2360 a.C.). El primer periodo intermedio (VII a X dinastías) fue una época de anarquía y turbación. Hubo un débil intento por conservar las tradiciones artísticas de la edad de oro del Imperio Antiguo, sin embargo hasta la reagrupación del país con los faraones de Tebas, en el sur, no se pudo reanudar la actividad artística para igualarla a su anterior época de gloria.