Mucho antes de que las tensiones políticas culminasen en una guerra civil, Estados Unidos vivió un momento de ajustes importantes. Entre ellos, se hace hincapié en la postura política básica del gobierno norteamericano en relación con otras naciones. Luego, en 1823, el presidente James Monroe hizo un discurso oficial en el Senado de EE.UU. que se conoció como el definidor de las acciones de EE.UU. contra los países de América Latina y las antiguas metrópolis coloniales.
La llamada Doctrina Monroe, en su aspecto formal, quería publicar la posición como líder continental de EE.UU. capaz de garantizar la soberanía de las naciones latinoamericanas en contra de las potencias europeas. Entre otros principios, la doctrina sostuvo que ningún país de América podría ser reubicado. Además, la independencia económica basada de esas naciones, había señalado que Europa no podía interferir en los asuntos establecidos por las naciones de América.
Sin embargo, este principio de la política de autonomía y soberanía continental era contrario a lo que algunos líderes veían en ampliar las áreas de influencia económica de los Estados Unidos. Por lo tanto, la postura de la dirección llegó a ser reinterpretada como un medio por el cual Estados Unidos podría apoyar a las naciones de América Latina con un claro interés para determinar sus intereses económicos.
Uno de los primeros episodios que mostraban la práctica política se produjo cuando los EE.UU. declaró la guerra a España, afirmando que se oponían a la colonización de Cuba y Puerto Rico. En febrero de 1898, un barco estadounidense explotó en el puerto de La Habana, la capital de Cuba. La prensa de EE.UU. se movilizó rápidamente en torno a una campaña que atribuyó a las autoridades españolas. Valiéndose de tales sospechas, los EE.UU. enviaron tropas a una guerra que estalló entre 1899 y 1901.
Además de garantizar la independencia de Cuba, la victoria de EE.UU. sobre los españoles, consiguió la conquista sobre las Filipinas, la isla de Guam, y la región de Puerto Rico. La nación cubana de reciente independencia aún tuvo que aceptar la incisión de un artículo en su constitución conocida como la Enmienda Platt. En ella, los EE.UU. tendrían el derecho a preservar una base militar en la región de Guantánamo y el derecho a intervenir en los asuntos políticos de Cuba.
A lo largo del siglo XX, ningún principio coherente de la autonomía de la Doctrina Monroe fue visto con una acción imperiosa de los Estados Unidos. En 1903, los militares de EE.UU. ayudaron a Panamá a ganar su independencia de Colombia. A cambio, esperaban el derecho a construir un canal que conectase los océanos Atlántico y Pacífico. El canal marítimo, que daba grandes beneficios por su valiosa ubicación geográfica, estaba siendo administrado exclusivamente por los Estados Unidos durante décadas.
Por lo tanto, el discurso de James Monroe (que significaba “América para los americanos”) parece reafirmar la perspectiva de que se veía positivamente a la acción de los Estados Unidos. A lo largo del siglo XX, el intervencionismo ha adquirido conocimientos nuevos como el Corolario de Roosevelt o el principio de la guerra preventiva, promovida por George W. Bush.