Algunas semillas se han desarrollado a lo largo de la evolución, adaptaciones que permitieron la colonización de nuevos ambientes, de forma bastante eficiente. Plumas, estructuras con alas, hélices, ganchos, superficies ásperas o incluso el desarrollo de los frutos son algunos ejemplos.
Las semillas que pueden ser transportadas por el viento, gracias a las estructuras que le confieren una cierta ligereza, diseminan por una estrategia denominada anemocoria; es lo que ocurre con las semillas del algodón y del diente de león.
El agua también puede ser un factor de dispersión de semillas. En estos casos, denominamos a tal evento de hidrocoria. Los frutos del sauce (Salix humbolotiana) tienen gran capacidad flotante y son muy duraderos en el medio acuático.
Algunos frutos secos tienen formaciones que, así como el velcro, se pegan en el pelo de determinados animales, siendo llevados por ellos a largas distancias. Este tipo de dispersión de los propágulos es llamado de zoocoria y se sirve del animal como medio de transporte. La mata de muérdago es un ejemplo clásico.
También hay semillas cuyos frutos son sabrosos, nutritivos y generalmente fragantes. Tales características atraen a los animales que se pueden propagarlos, principalmente a través del aparato bucal; o liberarlos por las heces, tras la ingestión (endozoocoria). Algunos autores consideran tales eventos como antropocoria, cuando son dispersión en consecuencia de la acción humana.
También hay un tipo curioso consiste en la dispersión causada por la propia planta, llamada vivípara. En este tipo, la planta se abre espontáneamente, liberando sus semillas lejos. Alegría del hogar (Impatiens walleriana) es un ejemplo.
La zoocoria, generalmente, es la estrategia (o síndrome) más encontrado en los estudios sobre dispersión, seguido de la anemocoria, hidrocoria y autocoria.
