Después de los conflictos de la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945), Chile experimentó un período de importante desarrollo económico pro causa de la exportación de minerales y el desarrollo del parque industrial. En medio de este proceso de modernización económica, varias empresas extranjeras aprovecharon el impulso del país para beneficiarse de la explotación de sus riquezas. Entre otros interesados, se destaca el papel desempeñado por los Estados Unidos en la economía de ese país.
Llegada la década de 1960, la vida política de Chile se agitaba con la consolidación de los partidos políticos que discutían los proyectos que resolverían los problemas sociales que afectaron a gran parte de la población. En general, los movimientos de cambio se dividieron entre aquellos que apoyaron la revolución en el molde de la experiencia cubana y los que abogaban por el uso del interior de una democracia y reformas políticas como instrumento de transformación.
En el mismo período, el gobierno de Eduardo Frei se convirtió en presidente de Chile, con un conjunto frágil de reformas que no logró los objetivos esperados. Por lo tanto, los comunistas y los socialistas se habían movilizado en torno a la Unidad Popular que terminó con la elección del presidente Salvador Allende. Después de décadas de lucha y movilización, los sectores de la izquierda lograron organizarse y elegir a una figura comprometida con las luchas populares de la nación.
Entre sus primeras acciones en el poder, Allende optó por seguir una política independiente en relación con los Estados Unidos y abogó por la nacionalización de las empresas de EE.UU. que se encontraban en el país. Inmediatamente, los sectores políticos conservadores e incluso las autoridades de EE.UU. llegaron a ver con preocupación las propuestas del nuevo presidente. Por otra parte, el gobierno de Allende se enfrentó a una crisis de cobre en el mercado internacional, que a su vez representaba una buena parte de la economía chilena.
La disminución de los precios del cobre como resultado un aumento en los precios de los alimentos por la fuerte dependencia de la economía chilena en relación con sus recursos minerales afectaría al país. Aprovechándose de la situación desfavorable, los EE.UU. y el lado conservador de Chile había pedido a la organización de manifestaciones contra el gobierno de Salvador Allende. Pronto, un grupo decidió promover un golpe de Estado militar que se formó con el objetivo de poner fin al imperio de los socialistas.
En septiembre de 1973, las fuerzas armadas de Chile – con considerable apoyo de EE.UU. – organizaron un golpe de Estado que intentó derrocar al Presidente Salvador Allende. Resistiendo hasta el último momento, el presidente eligió a socavar su propia vida, cuando el grupo de militares promovieron la invasión de Palacio de La Moneda. Con la muerte del presidente Allende, una junta militar encabezada por Augusto Pinochet estableció una dictadura militar estricta en Chile.
Su gobierno se ha marcado como una de las dictaduras más violentas de América Latina. Los datos indican que casi 60.000 personas fueron asesinadas o desaparecidas, y 200.000 huyeron del país durante el período en que Pinochet estuvo en el poder. Sólo a finales de 1980, las presiones políticas internacionales y nacionales comenzaron a desestabilizar a la dictadura chilena. En 1988, un referéndum por la Constitución niega la renovación del mandato de Pinochet.
Al año siguiente, tuvieron lugar nuevas elecciones que colocaron a Patricio Aylwin Azocar, el frente político de oposición, en el poder. Desde entonces, Chile ha experimentado un proceso de democratización marcada por la denuncia y sanción de los militares involucrados en crímenes políticos. Sin embargo, Pinochet se mantuvo en el poder como jefe del ejército, y no dejó el cargo hasta 1998 cuando asumió el cargo de senador vitalicio.
Ese mismo año, en una misión diplomática en Inglaterra, Pinochet tuvo prisión decretada por el juez español Baltasar Garzón. La solicitud fue aceptada por las autoridades británicas, pero quince meses después, el arresto del ex dictador podría ser evitado con una solicitud de licencia con razones médicas. De regreso a Chile, se organizó un fuerte movimiento a favor de la persecución de los delitos atribuidos al antiguo representante político de la dictadura chilena.
En 2002, las autoridades judiciales de Chile decidieron desestimar el caso contra Pinochet, alegando el avanzado estado de sus debilidades físicas. Poco después, el ex-general de 86 años de edad, renunció a su puesto por fin de la vida pública. En 2004, nuevos informes indican la existencia de varios millones de cuentas en dólares secretos donde el ex dictador acumuló los recursos de los países que apoyaron el golpe de Estado y otras transacciones ilegales. A finales de 2006, Pinochet murió sin ser condenado por crímenes contra la humanidad.
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