La cuestión de los orígenes del hombre lleva un amplio debate en el que la filosofía, la religión y la ciencia entran en juego para construir sobre las diferentes concepciones de la vida humana y, de manera implícita, por qué somos el único ejemplar dotado de características que nos diferencian del resto de los animales.
Desde las primeras manifestaciones mítico-religiosas, el hombre ha buscado respuesta a esta pregunta. En este contexto, es la teoría creacionista que tiene mayor aceptación. Al mismo tiempo, al contrario de lo que muchos piensan, las diferentes religiones del mundo han desarrollado su propia versión de la teoría creacionista.
La mitología griega atribuye el origen del hombre al hecho de los titanes Epimeteo y Prometeo. Epimeteo habría creado a los hombres sin vida, imperfectos y estaban hechos de un molde de barro. Por compasión, su hermano Prometeo decidió robar el fuego del dios Vulcano para dar vida a la raza humana.
Ya la mitología china atribuye la creación de la raza humana a la soledad de la diosa Nu Wa, que, al percibir su sombra bajo las aguas de un río, decidió crear seres a su semejanza.
El cristianismo tiene la Biblia como una fuente que explica la creación del hombre. De acuerdo con el relato bíblico, el hombre fue concebido después de que Dios crease el cielo y la tierra. También hechos a partir de barro, el hombre ganaría vida cuando Dios soplase el fuego de la vida en sus narices. Otras religiones contemporáneas y antiguas formulan otras explicaciones, y algunos incluso tienen puntos muy similares de convergencia.
Siendo un tema controvertido y sin terminar, el origen del hombre sigue siendo un tema sensible a desarrollar en otros debates. Por lo tanto, le corresponde a cada quien, por medio de criterios personales, la explicación actual, que parece más plausible y quedarse con la más atractiva o justificativa de los hechos.
