El acoso cibernético es un tipo de intimidación mejorada. Se trata de una práctica llevada a cabo a través de Internet que busca humillar y ridiculizar a un sujeto. Por lo general, las víctimas suelen ser estudiantes, extranjeros o el profesorado, expuestos ridículamente ante la sociedad virtual.
A pesar de que el cyberbullying se realiza en forma virtual, el acoso cibernético ha preocupado tanto a padres como maestros porque los insultos en Internet se multiplican rápidamente propiciados por el anonimato. Este acto contribuye a contaminar el pensamiento de terceras personas que conocen a la víctima afectando a su círculo social.
Los medios de comunicación virtuales que se usan para difundir calumnias e injurias son las comunidades, e-mails, mensajes de texto, blogs y foto-blogs. Además de la discriminación contra las personas, los autores son incapaces de identificarse porque no son lo suficientemente responsables como asumir sus actos. Es importante destacar que, aunque sean anónimos, los responsables de la difamación pueden ser descubiertos a través de la cooperación de diversos servicios donde se difunden.
Desafortunadamente los medios tecnológicos como Internet que deberían utilizarse para mejorar e incrementar el uso de las relaciones sociales pueden decaer en el uso particular de menospreciar e insultar a otros. En relación con compañeros y profesores, las difamaciones son intencionadas pudiendo causar daños psicológicos en la persona y requiriendo de la ayuda de un psicólogo ante la debilidad mental provocada.
Las personas que participan en el acoso cibernético por lo general son adolescentes sin límites, insensibles, con falta de empatía e irresponsables. Los acosadores siguen un perfil psicológico que se describe como la satisfacción del daño provocado sobre otra persona, sin ética ni arrepentimiento.
