Las causas de la Revolución Francesa son objeto de un intenso debate sobre cómo era posible movilizar a una población diversa en torno a la caída de la monarquía. En general, los estudios indican que esta revolución se dio por un grupo de razones ideológicas y económicas.
Por un lado, los pensadores de la Ilustración propusieron la existencia de un estado secular y representativo. El gobierno, de acuerdo con la Ilustración, debía basarse en instituciones legitimadas por la toda la población. Los ciudadanos tenían que gozar de igualdad jurídica y fiscal. La igualdad y la libertad tenían que ser la base de un estado adecuado para satisfacer las necesidades de su pueblo.
Al mismo tiempo, la falta administrativa de la monarquía francesa, los intereses de la burguesía y la crisis de la agricultura eran el contexto francés a finales del siglo XVIII. Durante este período, Francia era un país predominantemente agrario. De los aproximadamente 25 millones de habitantes del país, alrededor de tres cuartas partes vivían en zonas rurales. Los campesinos estaban atados a las costumbres feudales, por lo que la nobleza poseía la propiedad de la tierra y el derecho de explotación de la tierra.
Muchos de los campesinos, no obstante las condiciones de vida en el campo buscando la ciudad de París en busca de opciones de trabajo otros. En ese momento, París no tenía las condiciones adecuadas para dar cabida a este grupo de población nueva. Por lo tanto, las calles de París estaban llenas de desempleados e indigentes convertidos en protagonistas de de la crisis francesa.
Las malas cosechas y el desgaste del trabajo rural agravaron la situación a finales del siglo XVIII dando como resultado una crisis en la economía agraria que se reflejó en el aumento de los alimentos consumidos en las ciudades. Las tasas de inflación en el precio del pan, por ejemplo, marcó el colapso total de la economía francesa experimentado en ese momento.
Mientras todo esto empobrecimiento de la población se observaba, una parte de la sociedad francesa tenía pleno interés en la reestructuración de la economía nacional mediante el cambio del juego político francés. La burguesía, que se elevaba en el negocio de la economía mercantil, tenía excesivo cobro de impuestos y en ausencia de políticas públicas limitaba sus intereses económicos.
En medio de los diversos grupos sociales descontentos con la situación se encontraba una clase que disfrutaba de la exención de impuestos formada por el clero, la nobleza feudal y la realeza. Estos grupos sociales tenían el control de las fuerzas productivas y el uso indiscriminado de fondos públicos. La vida de lujo y comodidad había creado un fuerte clima de hostilidad en Francia.
En la década de 1780, este conjunto de problemas llegó a su apogeo entre los 1786 años y 1787. En ambos años, la crisis de los productos de la industria francesa y agrícola alcanzó niveles más alarmantes. Además, el gasto en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos empeoró la situación financiera de la monarquía francesa.
A través del estancamiento y la presión de la sociedad, el rey Luis XVI convocó una reunión buscando la reforma de las leyes nacionales. Es en este momento tenemos las condiciones imperantes en el estallido del proceso revolucionario francés.
