Escultura y artes decorativas del Neoclasicismo

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Dado que la escultura en Europa ha estado muy influida por las formas clásicas desde el renacimiento, los fundamentos neoclásicos han experimentado menor impacto que en otras expresiones artísticas. En general, los escultores neoclásicos tienden a plasmar poses contorsionadas en mármoles de colores característicos del último barroco o del rococó, preferentemente contornos limpios, una reposada conducta y formas idealizadas ejecutadas en mármol blanco.

Los primeros ejemplos de escultura neoclásica fueron desarrollados por artistas en contacto directo con el círculo de Winckelman en Roma. Entre otros escultores hemos de citar a John Tobias Sergel, quien de retorno a su Suecia natal llevó el nuevo estilo al norte de Europa, y los ingleses Thomas Banks y Joseph Nollekens quienes introdujeron el estilo en su país. Pero, la figura preponderante en la historia de la escultura neoclásica fue el italiano Antonio Canova que se transformó en miembro del círculo de Roma en el año 1780; tras haber abandonado el estilo barroco, buscó en el estilo neoclásico la severidad y la pureza del arte antiguo. Teseo y el fallecimiento del minotauro (1781-1782) evidencian más la calma de la conquista que la propia contienda; ésta fue la primera obra de Canova en su nuevo estilo, y le proporcionó fama inminente.

A fallecimiento de Canova el artista danés Bertel Thorvaldsen heredó su afamada posición de escultor en Europa. Sus múltiples requeridos internacionales permitieron conservar el severo neoclasicismo como la corriente preponderante en la escultura hasta mediados del siglo XIX. El estilo fue llevado a Estados Unidos por uno de sus amigos, Horatio Greenough y continuado por Hiram Powers un artista americano que residió durante bastante tiempo en Italia, autor del célebre Esclavo griego (1843) del cual se han desarrollado numerosas imitaciones.

Artes decorativas

El estilo neoclásico se difundió igualmente a las artes decorativas. Alrededor del año 1760, Robert Adam desarrolló muebles con motivos grecorromanos. Introducido en Francia, este estilo simple y clásico comenzó a ser conocido como estilo etrusco y fue favorecido por la corte de Luis XV. Con adaptaciones ulteriores de diseño clásico, inspiradas en los hallazgos arqueológicos, se desarrolló como un estilo refinado conocido como Luis XVI, favorecido por la familia real durante la década de 1780. En cerámica, el estilo neoclásico lo hallamos en la cerámica de Josiah Wedgwood en Inglaterra, para la que Flaxman desarrolló muchos diseños, y en la porcelana de Sèvres en Francia.

En la fase de Napoleón I, las residencias reales más antiguas fueron redecoradas para el uso oficial, de conformidad con los planes diseñados por Percier y Fontaine: muebles, porcelanas, tapices, todo ello con diseños y motivos grecorromanos. Interpretados como un todo, los interiores definían el estilo imperio en las artes decorativas que fueron muy pronto imitadas en toda Europa.