Assurbanipal (~ 669 – 627 a.C.). El último de los reyes de Asiria, su reinado coincidió con el mayor esplendor del imperio asirio en el plano político y cultural. Guerrero dotado de notable sensibilidad e inteligencia, se involucró en las guerras constantes como forma de ampliar sus dominios. Su animosidad por la guerra no impidió que promoviera las artes y las ciencias en su reino. Era hijo de Asarhaddón y su ascenso al trono se produjo en el 668 a.C., después del fallecimiento de su padre. Continuaría la guerra iniciada por su padre contra los rebeldes egipcios y destruyó la ciudad de Tebas (663 a.C.), pero fue expulsado del país por el Faraón Psamtik II (654 a.C.) aunque las relaciones comerciales permanecieron activas entre ambos reinos.
En los años siguientes, se enfrentó a insurgencia de Babilonia, encabezada por su propio hermano, Shamash-shum-ukin y emprendió la conquista de Elam, cuya capital, Susa, fue arrasada. Los combates y guerras que llevó a cabo el imperio no fue obstáculo para la difusión cultural por parte del rey asirio. El Palacio de Nínive, donde murió y fue enterrado, se hizo famoso por la grandeza de sus relieves y la biblioteca con miles de ladrillos, grabados en caracteres cuneiformes, que guardaron todo el saber mesopotámico.
Sus sucesores Ashur-etil-Ilani y Sin-shar-Ishkun, no pudieron evitar la desintegración del imperio. La presión más grande era por parte de viejos enemigos de Asiria, como los babilonios. Contando con la ayuda de otro pueblo de origen semita, los medos, auxiliados por los babilonios y con el liderazgo de Nabuplassar, conquistaron la capital Asiria de Nínive. Lo incendiaron totalmente y así terminaron para siempre con el gran imperio asirio. En el siglo XIX, se hizo el primer avance de la era moderna en las civilizaciones asirias: la biblioteca del emperador en la antigua ciudad Asiria de Nínive.
Comenzó, entonces, el redescubrimiento de las grandes civilizaciones antiguas de Mesopotamia, a través de las tablillas de arcilla con escrituras cuneiformes. A partir de ese momento se inició la exploración de la verdadera historia de las civilizaciones que hasta entonces, eran poco conocidas y sus historias eran meramente mencionadas en libros como la Biblia, directamente asociados con la historia religiosa del pueblo hebreo. Esos descubrimientos dieron inicio a un reforzado interés por la arqueología bíblica, momento en que los arqueólogos buscaron a través de las sagradas escrituras nuevos descubrimientos y pruebas reveladoras de sus veracidades. Muchos de los hallazgos abrieron precedentes para el cuestionamiento acerca de la veracidad de los textos bíblicos. Y así otros sitios fueron excavados con importantes descubrimientos tales como Uruk, Ur y Nippur, trayendo más inscripciones reveladoras sobre el pasado de Oriente Próximo. En el trabajo de desciframiento de escritura cuneiforme destacó el arqueólogo británico George Smith.