Ali ibn Abi Talib (600 – 661). Primo, yerno y sucesor de Mahoma nació en la Meca, motivo de la eterna lucha entre chiitas y sunitas. Hijo de Abu Talib, tío de Mahoma, fue adoptado por el Profeta y educado bajo su cuidado. Se casó con Fátima (623), hija de Muhammad y se convirtió en su principal colaborador.
Con la muerte del Profeta (632), todavía joven, fue uno de los candidatos para su sucesión. Fue preterido por Abu Bakr, quien se convirtió en el primer califa. La cuestión, sin embargo no fue pacífica.
El asunto sobre el derecho de Ali a suceder a Mahoma dividió el Islam hasta hoy, entre sunitas, que consideran que el profeta no designó a un sucesor y explícitamente comandó a los musulmanes a escoger el líder que juzgaran más apropiado a través del voto, y chiitas, que entienden que Mahoma nombró públicamente a Ali y juzgan que la cuestión de liderazgo no es para ser debatida pero que debería ser transmitida de padre a hijo.
Se convirtió en consejero de los califas Abu Bakr (633-634) y Omar o Umar (634-644), pero se hizo oposición al tercer califa, Uthman Ibn Affan u Osman (644-656), acusándolo de no cumplir con las normas canónicas. Con el asesinato de Uthman Ibn Affan (656), fue también nombrado a califa por sus seguidores, que no fue aceptada por sus antiguos aliados Talha y al-Zubayr, quien, junto con Aisha, viuda del Profeta, se rebeló contra él.
En la batalla del Camello o Batalla de Jamal (656) derrotó a sus oponentes, asegurando su dominio sobre el actual Irak. En la lucha contra Muawiya, gobernador de Siria y seguidor de Otman, después de la batalla de Sifin (657) se produjo una división entre sus seguidores: unos abogaron por proseguir la guerra y otros se mostraron disidentes de esa decisión. Se constituyó la primera secta del islam por los khawarij y, mientras Muawiya ganaba terreno en Egipto y en Hiyaz, fue asesinado en Kufa por un miembro radical de la secta.