A lo largo de su historia, la Iglesia cristiana tuvo un papel importante en la difusión y expansión del cristianismo a través de las extensas áreas dominadas por la población romana. En un principio, como sabemos, los cristianos celebraron la predicación del cristianismo, a pesar de las persecuciones llevadas a cabo por los romanos, que se opusieron firmemente a las creencias diseminadas. Con el crecimiento de la religión, el Imperio Romano terminó revirtiendo la situación del cristianismo como religión oficial, y por lo tanto observaron la configuración de una jerarquía que más tarde se consolidaría la presencia de la Iglesia como una institución poderosa.
Entre los siglos III y IV, la Iglesia cristiana llevó a cabo la difusión del cristianismo, con el apoyo del Imperio romano, que ofrecía unas excelentes instalaciones para toda la población poco a poco a su vez a la nueva religión. Sin embargo, esta situación había llegado al mismo tiempo con la llegada de las invasiones bárbaras, que reunió a una gran variedad de pueblos, culturas y creencias de los antiguos dominios imperiales. Desde entonces, diferentes estrategias debían ser desarrolladas para el clero cristiano que fueron capaces de penetrar en el interior de los recién formados reinos bárbaros, y por lo tanto, asegurar la supervivencia de la religión.
Al principio, vemos que la actividad de la Iglesia se centró en la formación de los monasterios en las zonas rurales, estrategias que aproximaban los clérigos de los monarcas y la mejora a de la formación cristiana de los miembros que promueven el diálogo con las poblaciones paganas. Sin embargo, hay que destacar que en este proceso de diálogo con los bárbaros, había mucho más en términos de prácticas, pues también puso de moda los hábitos de varias instituciones y modelos de la misma cultura clásica.
De ninguna manera, no podemos señalar que esta experiencia fue crucial para que la cultura de los bárbaros desapareciera o que la Iglesia había convertido radicalmente sus esfuerzos a este objetivo. Al mismo tiempo que las conversiones estaban teniendo lugar, la cohesión de las estructuras sociales, las rivalidades entre nuevos y viejos bárbaros, la modificación de la estructura social y otros temas afectaron a la cultura de los bárbaros. Con esto, nos damos cuenta de que la occidentalización y cristianización de los bárbaros estaba lejos de constituir un tipo de cambio histórico impuesto desde arriba.
Con el tiempo, podemos ver que las formas de representación de la fe cristiana, la organización de los horarios, el reconocimiento de la santidad de algunos individuos y la formación de movimientos heréticos en el movimiento indica una penetración de la cultura bárbara en dirección al cristianismo. Por el contrario, la consolidación de la jerarquía, el mantenimiento de las características importantes de la cultura greco-romana de la movilización y el poder de la Iglesia indican la dirección opuesta de esa relación. Con esto, nos damos cuenta de que las negociaciones y los intercambios culturales son más eficaces en la visión del mundo formada por los bárbaros y los cristianos durante la Edad Media.