Alotropía es la propiedad de un mismo elemento químico formando dos o más sustancias simples diferentes, que son llamadas de variedades alotrópica del elemento.
Algunos ejemplos que tenemos son carbón (con tres variedades alotrópicas: diamante, grafito y fullerenos), oxígeno (con dos variedades alotrópicas: oxígeno común y ozono), azufre (sulfuro rómbico y monoclínico) y fósforo, que vamos a discutir en más detalle a continuación.
El fósforo tiene varias formas alotrópicas, pero las más comunes son el fósforo blanco, fósforo rojo y fósforo negro.
Fósforo blanco: toma su nombre por ser blanco. Tiene fórmula molecular P4 porque se compone de pequeñas moléculas con 4 átomos. Es inestable porque en contacto con oxígeno del aire entra en combustión, siendo por eso conservado dentro de recipientes con agua. En razón de esa propiedad, es usado en bombas incendiarias y granadas luminosas. Tiene olor de ajo, es fosforescente y altamente tóxico. Si se calienta, puede transformarse en su variedad alotrópica: el fósforo rojo.
Fósforo rojo: es más estable, menos reactivo. No tiene ninguna estructura definida, sin embargo cada grano de polvo es formado por millones de moléculas unidas, dando origen a una molécula de cadena larga. Es representado por la fórmula Pn. No es venenoso y es rojo oscuro. Es encontrado en la superficie de fricción en los laterales de las cajas de fósforo, no se encuentra en los palitos por seguridad (uno podría causar fricción con otro dentro de la caja y todos prenderse fuego. En caso de estar en el bolso de alguien, por ejemplo, podría causar una fatalidad). Existen algunos palitos que con una simple fricción hace que ellos prendan. En ese caso, el fósforo está en la cabeza del palito en la forma de P4S3.
Fósforo negro o metálico: este fósforo es obtenido calentando el fósforo blanco a altas presiones.
Ninguna de esas variedades alotrópicas del fósforo es encontrada en la naturaleza, siendo necesario realizar procesos industriales con minerales denominados fosfatos para su obtención.