Un dirigible es una aeronave más ligera que el aire, que puede ser controlado por un conductor. Las aeronaves se sustentan en el aire a través de una gran cavidad que se rellena con un gas menos denso que la atmósfera, como el helio o el hidrógeno, por lo que el globo se eleva lentamente. Como su nombre indica, los dirigibles son aerostatos controlados por el hombre.
En el año 1782, los hermanos Montgolfier desarrollaron la primera aeronave destinada al vuelo. Se trataba de un artefacto formado por una gran tela de seda, la cual poseía una abertura en la parte inferior e inflado por humo.
También en el año 1782, Jacques Charles usa el hidrógeno para llenar un artefacto que hizo volar a una distancia de 25 kilómetros entre París y una pequeña ciudad de los alrededores. Es importante señalar que el hidrógeno es 14 veces menos denso que el aire. Sería el primer aerostato de gaso.
En el año 1804, Joseph Gay-Lussac había logrado la hazaña de llegar a una altitud de 7 kilómetros, aprovechando la oportunidad a esa altura de tomar muestras para el estudio.
Sólo en el siglo XX llegaron los globos para el transporte de pasajeros, los conocidos como zeppelines, rivalizando con los transatlánticos más lujosos. Uno de los dirigibles logró hacer la vuelta al mundo en octubre de 1929.
En 1937, por desgracia, uno de los globos propulsados por hidrógeno, el Hindenburg, explotó y causó un gran incendio. El accidente puso fin a este innovador y curioso medio de transporte.
Hoy en día se da el uso de los globos de helio para el estudio del clima y la atmósfera (globos meteorológicos) y la publicidad aérea pues son actividades que implican un menor riesgo.