Zeus (Júpiter para los romanos) fue el dios más grande y más poderoso de los doce dioses olímpicos, y la única deidad cuyo origen indoeuropeo puede ser demostrado claramente. De acuerdo con Hesíodo, era el hijo más joven de los Titanes Cronos y de Rea, los romanos Saturno y Cibeles, que detentaban el control del mundo, y por tanto, también hermano de Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón. Cronos venció a su padre, Urano, y tomó para sí el poder, convirtiéndose en maestro de los dioses antiguos. Pero escuchó de Gaia, la madre-tierra, y de su propio padre, que él estaba destinado para ser derrotado y condenado por uno de sus propios hijos.
En un intento de salvar a su destino, el titán se tragó todos sus hijos a medida que nacían, dejando a Rea desolada. Sin embargo, estando Rea embarazada nuevamente, y temiendo por el futuro del hijo, imploró a sus padres, Gaia y Urano (la Tierra y el Cielo), para que divisasen un medio de tener su hijo de forma segura y criarlo escondido del padre, hasta que un día él pagase por los hijos que había tragado. Los dos dioses la condujeron a Lyktos, en Creta, donde dio a luz a su hijo más joven, Zeus. Allí ella escondió al bebe, en una caverna de difícil acceso ubicada en las montañas de Egea, en medio de los bosques densos, para ser criado por ninfas. Él entonces envolvió una piedra con ropas de bebé y la entregó a Cronos, que la engulló sin descubrir el logro.
Cuando el niño creció, se las arregló para liberar a los Cíclopes, sus tíos, que se juntaron a él con las oceánidas Metis, diosa de la prudencia, y Estigia y sus hijos y Prometeo, hijo de Jápeto, éste uno de los hijos de Gaia y Urano. Cronos fue derrotado después de una guerra de diez años que quedaría conocida como titanomaquia. Destronado por la fuerza de su hijo y engañado por una estratagema de Metis, fue obligado a vomitar a todos los otros hermanos engullidos. El primero en ser lanzado hacia fuera fue la piedra que Rea colocó como engaño, la última en ser engullida. Después salieron Deméter, Hera, Hades, Hestia y Poseidón. Cronos fue expulsado del Olimpio y exiliado con sus titanes aliados para el Tártaro, lugar de tormento eterno. Y así como el padre simbolizaba el tiempo, al derrotarlo, su hijo hizo a los dioses inmortales. Él tomo posesión del trono del padre y compartió con sus dos hermanos el imperio del Universo. Poseidón (Neptuno para los romanos) heredó el reino de los mares; Hades (Plutón para los romanos) se hizo dios de las profundidades, de los subterráneos y de las riquezas. Zeus se quedó con el cielo, la Tierra y el dominio y cuidado de sus hermanas, Hestia, Deméter y Hera. Entonces colocó en el suelo sagrado el oráculo de Delfos, para servir de monumento y maravilla para los hombres mortales. Además, liberó a los hermanos de su padre del exilio, es decir, los hijos de Urano que habían sido prisioneros, y ellos le retribuyeron dándole el relámpago o rayo.
Como rey de los dioses, gobernó el mundo y a otras deidades. Era más poderoso que todos los dioses juntos. Exigió que todos obedeciesen sus leyes e inmediatamente castigaba a aquellos que se atrevían a violar sus normas. Era también acompañado por un águila portadora de sus truenos.
Las Musas también eran hijas de Zeus y diosas de la música, del arte y de la memoria. Eran nueve y cada una de ellas representaba un aspecto de la literatura, del arte o de la ciencia. Calíope era la musa de la elocuencia y de la poesía épica; Clío, era musa de la historia; Euterpe, musa de la poesía lírica; Melpómene, de la tragedia; Terpsícore, de la danza grupal y del coro; Erato, de la elegía, a quien se le atribuye la invención de la flauta y otros instrumentos de viento; Polimnia, de la poesía sagrada; Urania, de la astronomía, las ciencias y la geometría, y Talía, de la comedia.
Las Cárites o Gracias eran también hijas de Zeus, diosas de la felicidad, del amor y de la celebración. Presidían banquetes, bailes y todo tipo de eventos sociales. Eran tres: Eufrósine, Aglaya y Talia.
