Considerado por los aztecas hermano gemelo Quetzalcóatl, Xolotl era el dios de la luz, de los gemelos, de los espíritus y la personificación oscura de Venus. En algunos mitos, quedaba en su poder guiar a almas de los muertos durante su jornada al Míctlān, el noveno piso del inframundo.
Generalmente fue descrito como un hombre con la cabeza de un perro o como un esqueleto con pies invertidos. Era encarnado como una salamandra Ambystoma mexicanum que recibió su nombre popular, ajolote (náhuatl: axolotl). Varios estudiosos colocan la hipótesis de haber sido una representación del planeta Mercurio.
Xolotl fue la representación de Venus, la estrella del atardecer, llevando el sol hasta su desaparición y lo acompañaba durante la noche, en el arriesgado viaje que efectuaba en el mundo subterráneo. También ayudó a Quetzalcóatl en la misión de traer a la humanidad y el fuego del submundo.