Werther, protagonista de la conocida obra Die Leiden des jungen Werthers (Las cuitas del joven Werther, 1774) del escritor alemánJohann Wolfgang von Goethe, la cual tuvo un enorme éxito internacional inmediato, influyendo profundamente en la vida y la moda de la época y provocando una ola de suicidios «à la Werther».
Werther es el símbolo absoluto de sensibilidad romántica: en él, la vehemencia de la tragedia se complica por el hecho de que su sensibilidad no sólo choca con las leyes sociales establecidas, tales como aquellas que definen el matrimonio, sino también con el otro enlace considerado sagrado, la amistad entre los hombres. De hecho, Werther se enamora de la novia (Lotte) de su amigo más cercano, lo que conduce al suicidio. Sin embargo, el suicidio, más que la solución trágica de un caso personal, expresa el interno conflicto entre la exuberancia sentimental e incontrolada del «yo» y la existencia de todos los demás.
La fuerza de esta figura se deriva no sólo de la profundidad elemental de la que nació, sino también de la capacidad masiva que Goethe tenía de sentir mucha pasión, absorberla y juzgarla al mismo tiempo, de tal manera que podría retratarla artísticamente con la debida objetividad. Werther resulta ser una figura que, aparte de sus exageraciones, ofrece elementos indiscutibles realidad de fuerza y realidad.
Una de las primeras interpretaciones musicales de la novela de Goethe fue titulada Werther de Vincenzo Puccita (1778-1861), estrenada en Milán en 1804. Del mismo modo, Edouard Elau, Paul Pilliet y G. Hartmann crearon el libreto de Werther de Émile Jules Massenet (1842-1912), ópera dividida en cuatro actos, estrenada en Viena en 1892. También se realiza una película con el mismo nombre, realizada en 1938 por Max Ophüls.