La volumetría de precipitación se basa en la medición del volumen, de reactivo de concentración conocida, necesaria para precipitar el componente que se desea determinar.
Las reacciones se ajustarán a las siguientes condiciones: el precipitado formado debe ser prácticamente insoluble; la formación del precipitado debe ser lo suficientemente rápida para que exista el fenómeno de avance; el punto de equivalencia de la reacción debe ser fácilmente detectable; y no debe resistirse a la ocurrencia de formación de depósitos de sustancias generalmente solubles conjuntamente con el precipitado, debido a fenómenos de adsorción.
Un obstáculo que surge al hacer un volumen de precipitación es la inexistencia de indicadores en general. Así, en los volúmenes de lluvia, los indicadores a ser utilizados son específicos para cada grado, dependiendo de la reacción química que los sustenta.
Entre las reacciones que pueden utilizarse en los volúmenes de precipitación con resultados satisfactorios, los más importantes son aquellos en que se precipita el ión de plata (Ag +). Estos volúmenes son conocidos como argentometrías.
En las argentometrías, el pH del titulado debe ser de menos de 10, porque, en un medio alcalino, se producen reacciones secundarias, lo que provoca que la reacción de titulación no sea estequiométrica.
