Hablando sobre la base de la sociedad feudal, siempre acostumbrados a pensar en la vida dolorosa y las penurias sufridas dentro de los feudos. Sin lugar a dudas, estos constituyen la mayoría de la población feudal, eran directamente responsables de la producción de riqueza. Sin embargo, sería poco razonable concluir históricamente que aquellos que no poseían tierras o no pertenencia a la Iglesia necesariamente estarían condenados a la servidumbre.
A pesar de la quietud clara de la sociedad feudal, podemos destacar la presencia de otra clase de trabajadores que no estaban vinculados por completo a la condición de siervo. Los llamados villanos equivalían a un estrato social de campesinos que trabajaban en las propiedades, pero que no eran forzados a fijarse definitivamente en la propiedad. Por lo tanto, un villano podría trabajar para diferentes señores feudales a lo largo de su existencia. Era libre.
Al parecer, esta condición de la libertad nos puede dar la impresión de que los villanos eran una clase media en el mundo feudal. Sin embargo, debemos recordar que el villano estaba sujeto a los mismos impuestos que se impusieron a las clases más bajas. Por lo tanto, se concluye que el villano únicamente estableció una pequeña variante sobre las relaciones serviles. Comparativamente, la disponibilidad de tierras en esta relación servil, incluso podría ser más segura y más interesante para el agricultor, pues al existir elección también podría generarse una mayor motivación.
Por otra parte, en muy pocos casos, se observó la existencia de esclavos en feudos. La escasa presencia de esta relación de trabajo está estrechamente relacionada con el proceso de desarticulación del Imperio Romano, donde vemos que la esclavitud perdió su relevancia social y su justificación económica. En general, esta pequeña población de esclavos no tenía ningún derecho y su fuerza de trabajo fue empleada en el ámbito doméstico.
